manda por igualdad, o pide una razón concreta e imperiosa cuando la igualdad no es acordada, sólo puedo contestar que la actividad humana parece exigir la nivelación igualadora tan clara y misteriosamente como la energía eléctrica en las baterías, cualquiera que su indole sea. Si se me pregunta por qué nos sentimos todos obligados a responder a las expectativas que reconocemos como establecidas, a menos que demostremos evidentemente que son irrazonables, sólo puedo señalar la fe o la especulación para explicarlo. Ni aun los charlatanes pretenden poseer otra explicación. Unicamente sé que existe tal sentimiento, ſuerte o débil, pero bastante poderoso en todos los seres humanos a quienes he observado, para producir la expectativa y la simpatía de un sentimiento semejante en los demás individuos.
El sentimiento de justicia es innato en el hombre: todos lo llevamos desde la cuna al sepulcro.
Una investigación descubrió que había sido castigado aquel día por un juicio injusto. En su escuela los alumnos a veces actuaban como árbitros entre ellos mismos, con lugar a apelación al maestro. Un muchacho pequeño tenía un gran saco, demasiado grande para él. Otro muchacho mayor cuyo saco se volvía demasiado pequeño para él, propuso cambiarlos: el pequeño resistió, siendo entonces Ciro nombrado árbitro. Ciro había decidido que el muchacho mayor tomara el saco grande y el menor se quedara con el chico. agrega Mr. Granger Hastings. Ningún escolar que haya leído la historia. habrá aprobado aquel desconocimiento de los derechos de propiedad. Ciro defraudó la expectativa razonable al negar la propiedad de su saco al más pequeño de sus condiscipulos. La historia del muchachito llamado Ciro» es singular y grandemente aplicable al caso de Colombia y Estados Unidos de Norte América, en 1903, aunque con circunstancias agravantes de innegable evidencia.
El muchacho pequeño fué Colombia; el mayor, Estados Unidos; el saco de aquélla, el Istmo de Panamá; éstos no tenían ninguno, pero ofrecieron por él lo que quisieron. Consciente de su derecho el muchachito (Colombia) discutió el precio y las condiciones del negocio, y a la amenaza de despojo violento opuso este argumento de delicadeza suma. Eres el garante de esa propiedad mía contra la codicia de todos has estado gozando y gozas del precio que pusiste a tu garantía. el muchacho mayor (los Estados Solicítese EOS y RENOVACIÓN en la librería de Trejos Hnos. antiguo local de Lehmann.
William Granger Hastings: en Woodstock, Illinois, abril de 1853: educado en la universidad de Chicago; abogado; decano de la universidad de Nebraska; autor de varias obras de derecho.
De Inter América, nº LA JUSTICIA En un razonado artículo sobre la materia, reproducido en Inter América, y extractado ahora por el Director de Eos, recuerda su autor, Mr. William Granger Hastings, la historia de un muchachito llamado Ciro. que regresó muy serio una noche de la escuela 242 243 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.