sus mercaderías, fué decisión injusta comparadacon la pérdida que Callas experimento de sus bananos y el prolongado término de prisión por un delito semejante pero menor. Nos apoyaremos sólo en intenciones de justicia para decidir si el socio propietario debe aceptar el lote y sufrir la pérdida del edificio de acuerdo con la letra del contrato, o si tal daño debe pesar sobre la firma que uso del edificio y lo poseía cuando ocurrió el incendio? En todos estos casos ¿es alguna condición simple, siempre la misma, e inmediatamente reconocida por el sentido moral, la que nos lleva a aplicar la calificación de justa o injusta a la ley propuesta, a la sentencia pronunciada y al disputado arreglo por la pérdida? Si se tratase de resolver entre blanco y negro o cualquiera de los tonos intermedios, no tendríamos sino que ver y decir. En caso necesario, compararíamos con algún tipo de color admitido, y acaso ocurriríamos a una persona entendida en tonalidades de color, para mayor seguridad, pero aquel tipo habría sido establecido por la observación y el empleo instintivo del sentido visual. Podemos determinar la justicia o su ausencia por el uso inmediato de facultades innatas de percepción que radiquen en nosotros mismos; e implica esa palabra tal percepción de cualidad en las tres aplicaciones que han sido sugeridas. Es la capacidad de distinguir lo justo de lo injusto, que Aristóteles declaró pertenecía sólo al hombre entre los seres vivientes, una facultad directa e inmediata por la que se descubre easpecto moral de disposiciones sociales, cuestiones legal les y contiendas entre individuos, tal como la capacidad del ojo para diferenciar e identificar los colores?
Tal es la cuestión que se plantean algunos distinguidos pensadores de nuestro tiempo. Uno entre ellos, que tal vez merece ser escuchado con más respeto, es Delvecchio. Cita este escritor italiano gran número de nombres en apoyo de su doctrina sobre la intuición inmediata de la justicia. mi parecer afirma demasiado, aunque admite que en el comienzo esta facultad intuitiva, este sentimento giuridico, como lo llama, existía sólo en germen y ha requerido para su desarrollo una prolongada preparación a través de la historia, cuando menos, y acaso una evolución más remota. La caracterización de las acciones humanas como justas o injustas no puede ser la obra de una simple intuición, por más desarrollada que se la considere.
Parece ser un juicio en que resulta necesaria una comparación de elementos cuya relación debe expresarse.
En cada uno de los tres casos enunciados, la responsabilidad del patrón, la disputa de los socios, las sentencias en castigo de los contrabandistas, la respuesta de lo que cada cual razonablemente espera, satisface, al menos en grado mayor, la conclusión que denominamos justa, y es nuestro fundamento para la adopción del término.
Pero el análisis no debe comenzar con tres problemas en cuyas soluciones difieren los versados. De los labios de los niños procede la alabanza perfecta. La perfecta condenación debe proceder de la misma fuente. Nuestros pedagogos nos dicen a menudo que cada niño pasa por todas las fases de la civilización. Qué ocurre con los niños a este respecto? Fenómeno notable en el niño, cuando su propia individualidad constituye su descubrimiento 232 233 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.