Tal es su fin. Por eso, con solapado guiño, Te adoptan, Cisne lirico, y a tu plumón de armiño Le hacen el homenaje y al par el desacato De asimilarlo al blanco sayal del candidato.
Estamos, pues, en plena comedia. qué. La farsa No es usual en la diaria politica comparsa. Ellos trillan su senda tradicional. Lo extraño Es que tú, genio crédulo, te prestes a su engaño, Ejecutes su mimica con aire convencido, Declames sus cartillas, y después de haber sido Aguila del Parnaso, sesgando el vuelo al solio, Pretendas ser ahora ganso del Capitolio. será que en tu mente, como oruga rastrera Que entre una flor magnifica ronda, calla y prospera, Desde hace mucho, sordo cual un remordimiento, Replegado al peligro y a la ocasión atento, Haciéndose un disfraz del pétalo que engulle, Pero cada vez menos amortajado, bulle Debajo de la pompa floral de tus canciones, El pequeño politico roido de ambiciones Que babea de envidia, cuando pasa, sonoro De nombres aclamados. el céfiro del foro. Enhorabuena, entonces! No invoques ya tus cantos.
Tu musa es Egoismo; tu nombre, Uno de tantos.
Nuestro amor iba al Lirico no al Rábula intrigante.
Ensaya, como un pitre, tu labia y tu desplante, alégrate si acaso tu verbo sobrepuja La risa de la maja y el silbo del granuja.
Tu gloria en callejera parada se convierte.
Habla, que te miramos. Tu gesto nos divierte. hé aqui que al observarte con ojos minuciosos, No ya como discipulos, sino como curiosos, Vemos es realidad o es apariencia? vemos Que tu fértil melena, tortura de blasfemos, Disminuida, mútila y humilde, se ha ajustado la civil y estrecha rutina de un peinado. En todo, aun en lo fisico, tu estirpe se desmiente.
Oh! No puede ser digno, viril ni consecuente Un programa, Tribuno, ni un ideal, Poeta, Al cual, por primer gaje, le inmolas tu silueta. Qué despertar el tuyo, mañana, si mañana, Desdeñado de aquellos que tu elocuencia hoy gana, Te vieras (Lamartine vió iguales despertares)
Errando a la ventura sin sueños ni cantares, Ajeno al ciudadano tropel, que no te nombra, sin poder tú mismo reconocer tu sombra. No! No aflijas la tribu que honraste y que hoy degradas, Dándote en espectáculo tan triste a sus miradas!
Evita un paralelo que ofende a tus devotos: Neron haciendo versos, tú conquistando votos.
Aun es tiempo. No todas tus urnas de ambrosia De electorales urnas presumen; todavia, Hijo insigne del Pindo, en tu oratoria asoma La exótica opulencia de tu primer idioma, mientras te ajetreas por plazas y teatros Bien se ve que te estorban «las alas del Albatros.
Aun es tiempo! Suspende tu demagogo alarde, Ven!. Las colinas nadan en arrebol; la tarde Como una Berenice doliente se despide.
Un reposo inspirado la inmensidad preside; Y, pues que lentos Angelus de las iglesias llegan, Los árboles, cual santos en oración, despliegan Sus hojas traspasadas de luz, ante el Ocaso.
La brisa bulle apenas, para ser más de raso.
Los objetos meditan en la quietud radiante, sus sombras parecen más largas cada instanteAbrazar cada instante con más amor la tierra.
Un denso y mixto efluvio de parques y de sierra En el aire teñido de múrice incendiario Gira. toda la tarde se ha vuelto un incensario. Desecharás todo eso. Te lo vedan las rosas el amor; te lo vedan las almas y las cosas; Todo lo que, sensible o inanimado, aspira la consagración sonora de la lira; Todo aquello de que eres el portavoz sagrado, 210 2II Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.