zadas por ideas y costumbres más benéficas. La hiperbole no sería entonces nuestro ambiente. La calificación de las personas no alternaría entre el panegirico y la diatriba. Nuestra actividad política no sería un vaivén entre el exceso de la libertad y el exceso de la autoridad. el espíritu de innovación sistemática no impediría concluir los cimientos de la organización política. Toca a la noble juventud aprovechar cien años de experiencia para dar a las otras edades ejemplo de moderación y sabiduría, ennobleciendo la Prensa, anteponiendo el trabajo a las palabras, mitigando las discuciones, y sacando verdadero el lema de la Unión conservadora, por medio de la defensa de lo bueno que encierra lo pasado, y por medio del impulso hacia los bienes posibles que reserva el porvenir. La juventud prestaría así un gran servicio a la Nación, y se labraría ella misma un imponderable merecimiento, cultivando la Unión conservadora, en vez de herirla, lo cual constituye la más enorme de las injusticias y plantea la más tremenda de las responsabilidades.
Adicto amigo y copartidario, la Naturaleza, mientras que en el carácter tiene gran parte la educación. Se ha observado que esta palabra quiere decir tanto como acción de extraer o hacer brotar la perfección que en todo hombre existe potencialmente. La educación es, pues, el arte de engrandecer al hombre por el cultivo de las dotes que recibió del Creador; por eso Sócrates comparaba su magisterio a un alumbramiento espiritual. Este arte divino no domina tanto el ingenio cuanto el carácter, pues si no es posible dar capacidad intelectual a quien no la posee, si puede realizarse la sentencia de Saavedra, de que la enseñanza mejora a los buenos y hace buenos a los malos. No hay que creer con Hel.
vecio que la educación sea capaz de amoldar a cualquiera; pero sí es fuerza admitir, porque es un hecho visible y constante, su grande influencia sobre el carácter de individuos y sociedades.
MARCO FIDEL SUÁREZ MARCO FIDEL SUÁREZ Ca choza presidencial De educación los extranjeros que van a Ajaccio y a los franceses continentales que visitan aquella ciudad, les muestran orgullosos los corsos la casita en donde nació Napoleón.
Es una casita humilde, conservada tal y como estaba el día en que el futuro conquistador de Europa vino al mundo. No hay allí asomo alguno de lujo. Muebles ordinarios que ostentan el sello de la pobreza. Para La grandeza de las almas no la constituye una sola cualidad, pues supone un conjunto excepcional de raras virtudes. Un gran carácter es mucho más raro que un gran talento, pues este último es casi exclusivo dón de 203 202 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.