en su cartera valores sanos suficientes para amortizar la mitad cuando menos de su emisión, y la ley ordenaría que de las rentas e impuestos cobrados en oro se destinara un tanto por ciento fijo, para amortizar el resto. bien, podría la ley ordenar que se cobrara en oro el 80. por ejemplo, y el 20. restante en billetes a la par del extinguido Banco, que pasarían día a día a manos de la junta liquidadora, y de las de ésta a las de la incineradora, para lo de su cargo.
El tortuoso y difícil camino que ha venido transitando el país desde la fundación de ese Banco, se tornaria llano y fácil, como el que antes recorría.
EREMITA venes, que ponerle a su novia en el «Album» una bonita décima bien medida, con ideas y buenos fines, mirando al santo matrimonio. dónde me deja usted al viejo noventón, como el Conde de Cheste saludando en brillantes estrofas a una bella y joven Marquesita de no sé dónde, su sobrina nieta?
Tengo, pues, para mis adentros, y si pudiera lo diría urbi et orbi, que a jóvenes y viejos sienta y conviene un soplo de poesía en fondo y forma. por más que no sean Zorrillas ni Núñez de Arce.
Hasta eso llegábamos conversando, usted en su horaciano criterio sin nombrar al poeta crítico. yo con mi parecer condescendiente, vulgar y escéptico, si se quiere.
Pero al despedirnos, ya en la puerta, recuerdo que le dije aquello de Horacio: mediocribus esse poetis non homines, non Dii, non concessere columne. usted a mi. Pues entonces. Voy a decirle a usted, ya que entonces iba de prisa; y empiezo distinguiendo, como cualquier escolástico en retirada: una es poesía temporal, y otra inmortal y eterna poesía. Lo mismo sucede con la pintura, según el cuento griego, así; Un pintor de Atenas dijo a otro su compañero. pintas despacio; yo, en poco tiempo. y el otro. sí, pero yo pinto para mucho tiempo. Así también se hace un bonito cuadro de circunstancias, sin que su autor aspire a lo de Apeles, retratista de Alejandro Magno.
Del arte «para poco. que también es arte, decía yo lo de esta mañana; y al arte para mucho, que SR. ELIAS JIMÈNEZ ROJAS.
Querido amigo: Sobre nuestra conversación de esta mañana, tengo que decir algo a usted. Ya verá que no me contradigo con lo que sostuve al principio y mi cita de Horacio al despedirnos. su alta idea de la poesía y los poetas, y, al criterio científico de usted acerca de cosas y personas, oponía yo vulgares opiniones y mi creencia personal y acaso bonachona. Por qué, hasta cierto punto, no habrá uno de ser poeta, y tenerlo por tal nosotros, si sabe inventar lo útil y agradable y expresarlo armoniosamente?
Sin ofensa de Apolo, iviva el aurea mediocritas!
Ni cosa puede haber más grata y útil, entre jó176 177 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.