Lector. Has meditado bien en esto. SI HAY SENSIBILIDAD propiamente dicha EN EL ANIMAL, NO PUEDE HABER LIBERTAD propiamente dicha EN EL HOMBRE. Resuelto definitivamente este punto, en algún sentido, se vendrían abajo todas, absolutamente todas las grandes discusiones con que nos maltratamos en el campo de la filosofía. Si quieres creer en tu libertad verdadera y al propio tiempo quieres reconocer el parentesco verdadero que te une a todos los otros seres que viven, quieres un absurdo: sin dualismo radical no puede haber libertad radical. Si te complaces en filosofar, ahí tienes pasto para toda la vida. Qué problema! Muchas veces me le he encarado y no me he sentido sin embargo tan abatido y contrariado como hoy. No será que mi dolor responde al que hay en Ud. señorita Moreau, o refleja el de Ud? Vamos, filosofía a un lado, a ver el pulso!. Ya. Corazón que no late como el de otras mujeres que me han parecido alentadas y felices y que me han contagiado de su jovialidad. No ha podido Ud. satisfacer sus amores. No ha sido madre. no tiene hijos. Pues, señorita, si el filósofo sigue a oscuras, el boticario comienza a ver claro.
Aquí me interrumpe (jafortunadamente. mi querido amigo el Dr. Lafosse. Dice que estoy crudo. Oigamosle. Yo tendré siempre tiempo para agregar después una palabra. si no lo tuviere, no por ello se caerá el mundo. Oigámosle. Para mí, no hay placer igual al de conversar con personas que dan un signi ficado preciso a sus palabras y detestan la anfibología y la ampulosidad en el discurso. Aun cuando no fuera más que por esta razón, recomendaría yo a la juventud el logoarquismo. Mientras tanto, vuelvo a mi trabajo de la botica, COMO SI FUERA LIBRE, aunque esté convencido de que completamente no lo soy; sigo tratando al perrillo como SI FUERA SENSIBLE, y me arrepiento una vez más de haber mirado hacia la oscuridad.
Que otros ojos escudriñen las tinieblas! Sigo mirando hacia afuera, hacia el sol, hacia el ave que pasa volando, hacia el árbol, hacia el río. Estudiaré estas cosas que se tocan con los sentidos, comeré, amaré, dormiré como ayer. Procuraré, como si fuera libre, amoldarme cada día más al orden que descubro en las cosas. Haré como hacen mis niños cuando los encierro en el patio de recreo y les digo; jueguen a su gusto, pero sin destruir nada y sin pasarse al cercado ajeno. si alguien me pregunta para qué. le diré que pregunte al naranjo para qué extiende sus ramas a la luz. si me pregunta ¿por qué. le respondere: porque esta fórmula me ha hecho feliz. No siento en mi ni amarguras hondas ni odios implacables ni locas ambiciones. Vivo en paz con la gente de mi vecindario y entro alegremente en mi vejez.
Elias JIMÉNEZ ROJAS ME BIBLIOTECA DE ALQUILER Tenemos a la disposición de nuestros lectores, las guientes obras de Eduardo Zamacois: El Otro, Cuenta Caminante, El Seductor, Teatro, Del Camino, De Carne y Hueso, Tic Nay y Vértigos.
171 170 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.