filosofía de botica La lectura de los artículos con que la señorita Moreau ha honrado a Eos, habrá dejado a más de un lector en una penosa situación. Oh las «inquietudes que cultivamos con el nombre de filosofía. Soy o no soy libre? Me pregunto. Hay o no dos mundos diversos, uno moral y otro físico. uno de igualdades y otro de desigualdades?
Si respondo afirmativamente que soy libre, veo iluminarse mi horizonte con las más alegres esperanzas.
Lejos, muy lejos ciertamente, pero veo alumbrar el día en que la miseria y el dolor han ya desaparecido de la tierra, habiendo concluído todos los hombres por someterse a la razón. Reconocida la verdad que es una sola. acatado el derecho que no es la fuerza. organizada equitativamente la propiedad individual, borradas las nacionalidades, veo surgir la tierra de promisión. Hambre, guerras, todos los errores hijos de la ignorancia habrán terminado!
Si respondo que no soy libre, la señorita Moreau me pinta el cuadro de la vida con colores muy tristes y me dice que lo único que me queda por hacer es encerrarme dentro de mi egoísmo y abandonarme a la fatalidad; que sin libertad no hay bien ni hay mal, no 168 hay lógica ni extravío, no hay justicia ni injusticia, etcétera, que todo es, simplemente. Pero con esto se me ha DEMOSTRADO acaso la libertad. Demostrar la NECESIDAD de la libertad no es demostrar la existencia de la libertad. No importa, no quiero meterme en este nuevo enredo de la discusión acerca de la existencia cierta de lo que vo JUZGO necesario. Acepto la demostración del alma eterna y libre, que no ha sido creada ni tendrá fin. La acepto con todo lo que naturalmente se sigue: responsabilidades verdaderas, vidas futuras indispensables (reencarnaciones o lo que fuere. etc. Pero iy mi perro? zes libre mi perro? Todo cuanto he llamado hasta hoy en él placer, dolor, querer, etc. jes puro antropomorfismo, pura ilusión? Su fidelidad, tantas veces encomiada; su cariño, llevado hasta el punto de desechar los alimentos durante el corto viaje que hice hace poco a Limón, no obstante el serle prepresentados por la misma mano que lo hace diariamente; sus múltiples vivezas, que me han hecho sostener a veces que es más inteligente que el machacho que lava las botellas de mi botica, todo ello no está más que en los vidrios de mis anteojos. No hay en mi perro nada ni remotamente semejante a lo que en mi mismo llamo «alma. Es o no es mi perro una máquina?
Top Si respondo que no lo es, caigo de bruces en el monismo, y la libertad mía (la libertad de que habla la señorita Moreau) se desvanece. Si respondo que sí es una máquina, me asalta al punto la duda de si yo mismo no seré más que una máquina más perfecta, mejor adaptada al mundo exterior, 169 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.