nes sin más valor que el que les asigne el comercio, no falta ya sino el decreto legislativo que ordene la liquidación de este Banco y señale la renta con cuyo producto deban amortizarse sus billetes y los del Banco Comercial, o el medio más rápido y eficaz de su completa amortización.
No falta, pues, por recorrer sino la última etapa de la marcha por la senda equivocada y tortuosa en mala hora seguida por la Administración pública. Se alcanza a ver ya el camino real. Animo! y ¡Adelante!
EREMITA Continuará)
netaria actual. Posteriormente, en Mayo de 1917, nº. 30 de Eos, dijimos. Vueltos al punto de partida de un Banco del Estado sin reservas de oro, a dónde iremos a parar? Si la paz puede devolver su auge y lo devolverá sin duda a la Renta de Aduanas, necesariamente traerá también mayor actividad en el comercio, mayor pedido de letras; y si hoy el cambio se mantiene al rededor del 400. sin gran movimiento comercial, al iniciarse éste la ascensión de aquél será incalculable. El comercio de importación se adaptará al medio; el de exportación cultivará y comprará con papel y venderá por oro; pero el trabajador de todas clases y el Gobierno Nacional irán, sin remedio, el uno a la miseria real, y el otro, a la bancarrota. Mirelo bien el Gobierno, que le importa. El Gobierno ha tardado diez meses para seguir el consejo; pero ha entrado en la buena vía. Quizá sería más exacto decir que ya había entrado en ella, aunque sin saberlo, cuando desligó al Banco Internacional de la obligación de convertir sus beneficios precisamente en oro acuñado y le dió la facultad de disponer libremente de ellos; cuando más tarde reivindicó los intereses de los Bonos Refundidos y, por último, la propiedad de estos Bonos, cedidos antes, en debida forma a dicho Banco. Ahora el decreto Nº. 14 del de Marzo actual, reconoce virtualmente la insubsistencia de la moratoria y por ende la de la sanción del decreto que ordenó aquélla, y como además repudia expresamente los billetes del Banco Internacional, garantizados por Bonos Refundidos, es decir, por el propio crédito del Gobierno, degradándolos de su posición de moneda de curso forzoso a la de simples obligacio146 FINAL de una alocución del Presidente del Consejo inglés, en Birkenhead (Sep. 1917. Por todas estas razones quiero que permanezcáis firmes.
La firmeza de alma de la Gran Bretaña ha vencido dificultades mayores que las que en estos momentos se nos presentan. Más de una vez he recurrido en mis discursos a la costumbre de recomendar a mis compatriotas galeses, como lónico contra toda depresión de ánimo, la contemplación de sus valles y colinas. En los días de claridad se ven como si estuvieran cerca. Como si llegar a ellas fuera apenas cuestión de unos cuantos pasos, como si pudiéramos ascender a sus cumbres en una hora. Nada más erróneo; tal cosa sería imposible. Viene luego un día nublado, y la niebla cae sobre ellas, y os decís. No hay ya colinas; se han desvanecido. Por segunda vez caéis en un error. El optimista se equivoca: las colinas no están tan cerca como él creía. El pesimista anda más errado 147 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.