Anarchism

evidente que no encontraremos más que materia, pues si existen inmaterialidades, por su misma naturaleza, no podrán caer bajo el escalpelo del anatomista ni brotar en la retorta del químico. Es pues, preciso, que yo conience por sentar la hipótesis de que existe otra cosa que la materia, que existen inmaterialidades, y estas inmaterialidades supuestas no pueden ser sino nuestras susceptibilidades de sentir. Probar que mi hipótesis es exacta, o que no lo es, hé aquí lo que me queda por hacer. Si se prueba que es falsa, debemos concluir que nosotros no obramos realmente, que estamos constantemente determinados; si al contrario, mi hipótesis es comprobada, debemos convenir en que somos capaces de determinarnos, esto es, somos seres libres.
La sociedad cuyo orden se mantiene por la fuerza enmascarada bajo el sofisma de la fe, es feliz mientras esa fe no sea examinada.
La educación. sea lo que ha sido inculcado dogmáticamente domina entonces a la instrucción o sea lo inculcado por el razonamiento.
La sociedad cuyo orden se mantiene por la fuerza, pero no disfrazada ya bajo el sofisma de la fe, es desgraciada; sigue coordinada únicamente por el impulso de la época anterior; el orden en ella es, por consiguiente, instable; la anarquía, alternativamente latente y patente, mina la sociedad. Las inteligencias de los fuertes son desarrolladas al máximum de las circunstancias; las de los débiles serían todavía dejadas sin cultivo, si por impulso de la miseria y de las ambiciones, más intensas y numerosas en este período que en el precedente, no reivindicaran su derecho a la cultura. Es la época de los conocimientos absorbidos precipitadamente y mal digeridos, que más se han pegado al espíritu que impregnádolo y teñido, para emplear una expresión favorita de Montaigne.
Los débiles, en un régimen capitalista, son los pobres y también las mujeres. La educación y la instrucción están desligadas. Hombres que son autoridades en nuestra época por su influencia literaria, aceptan sin embargo con cínica sinceridad, la inferioridad en la cual se mantiene a la mujer. Para Annunzio, las mujeres son sacerdotisas destinadas a servir en la humildad y el dolor: el culto de la belleza necesita sus víctimas. Oid ahora lo que piensa Anatole France de la educación de las jóvenes. Habrá siempre ignorantes entre nosotros. Precisa respetar todas las naturalezas y dejar dentro de su simplicidad a las que son predestinadas a ella. Esto es particularmente necesario para las mujercitas, quienes generalmente pasan su tiempo en la tierra en empleos en que lo menos que se les pide es ideas generales y conocimientos técnicos. Desearía que la enseñanza que se da a las niñas fuera sobre todo una discreta y dulce solicitación.
La sociedad que reconociera científicamente la libertad del hombre, mantendría el orden basándolo sobre la justicia. Habría armonía entre el individuo y la sociedad, mientras que en una sociedad materialista sólo antagonismo puede existir entre ellos. Un desarrollo integral se aseguraría a cada uno, al máximum de las posibilidades. La educación sería sometida a la instrucción, legitimada y no destruída por ella, y la mujer gozaría de las mismas ventajas que el hombre.
135 134 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.