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te de hierro. No es verdad que tal es nuestro valor?
Por serlo así, interesa saber cómo conviene conducirlo, cómo habríamos de guiarlo, el desgraciado día en que la fuerza y la violencia viniesen a llamar a nuestras puertas. La evolución del valor se advierte con claridad en Francia, impuesta por las condiciones mismas de la guerra. Al iniciarse ella, los soldados se lanzaban locamente sobre las baterías enemigas, que los dejaban aproximarse y los aniquilaban fácilmente. Semejantes impulsos conducían a la derrota, y Le Bon ve ahí la causa de los primeros triunfos de los germanos.
Un oficial alemán hacía en estas palabras la crítica del valor francés. Vuestra infantería merece grandes elogios, pero tiene grandes defectos. El mayor de ellos es su arrojo.
Vuestros infantes se baten a pecho descubierto. Parecen complacerse en servir de blanco. Esto es heroico verdaderamente, pero absurdo. Ustedes creen que el valor es siempre un elemento útil, y ciertamente lo es en algunas circunstancias: en los asaltos y cargas a la bayoneta; pero la demasiada valentía de los hombres es con frecuencia un inconveniente más que una ventaja.
Esto no lo saben ustedes. Sin embargo es una verdad.
Ustedes parecen ignorar que para vencer es preciso ocultarse, no dejarse reconocer, ofrecer al adversario la menor presa posible, agazaparse, servirse de todas las rocas, de todos los repliegues del terreno. Ver y no ser visto. Hé ahí lo que aprenderán ustedes algún día, a fuerza de vérnoslo hacer. No es verdad que esa impetuosidad, ese arrojo, ese DEMASIADO VALOR, se presentan como las características de nuestros hechos de armas? Así, en la batalla del puente de Calderón la misma bravura de los insurgentes los llevó de un modo irremediable a la derrota. por este exceso de valentía se han comprometido en otras ocaciones las mejores causas y desba ratado los núcleos más numerosos. Batirse a pecho descubierto, hacer alarde de despreciar el peligro, complacerse en servir de blanco. son los principales lineamientos del valor nacional.
Conocido es el hecho de aquel grupo de hombres que se arrojaba sobre la artillería enemiga tratando de tapar la boca de los cañones con sus sombreros. Heroico, pero inútil, diría el general alemán.
Lo que éste vaticinó respecto del soldado francés ha acabado por realizarse. El valor ha evolucionado, sigue siendo el eje de la energía de aquel ejército, pero, al igual que todas las demás actividades de Francia, se ha disciplinado y aun cabe asentar que fortalecido.
Ved lo que escribe un oficial, a este propósito. Nuestra noción del valor cambia. Se ha hecho, no menos grande, pero más humilde, más interior, más obscuro, más moral, en fin. El de otros tiempos tenía algo de brillante y aristocrático; los. valerosos salian de las filas, se distinguían a los ojos de todos, tenían actitudes y espectadores, parecían los escogidos y se conocía por signos visibles que formaban una excepción. No hay excepción cuando no hay multitud, y no hay valor en una trinchera sino para dos vecinos; como quien dice para nadie. La fama no lo acompaña; el mismo se desconoce con frecuencia. No tiene ningún gesto. Consiste casi únicamente en conservar la sangre fría y despejados la voluntad y el cerebro. La gloria de los 131 130 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.