que me hace para que escriba en Athenea; pero debo declinar el honor: no tengo mi domicilio en Arcadia. quede aquí cerrado el incidente de la crítica al soneto y de la condenación del consabido párrafo.
HEALTHY REPITIENDO ¡Trabajemos de día. Con esta expresión seguimos respondiendo a cuantos más o menos bien intencionados nos invitan a estudiar a obscuras y a tientas los fenómenos más complejos de la fisiología humana. Jamás, mientras conservemos nuestra virilidad, daremos otra respuesta. Estamos completamente convencidos de que la ciencia actual debe sus maravillosos triunfos a la observancia del principio tan hermosamente expresado a fines del siglo XVI por Francisco BACON. La exacta concepción de la experiencia no consiste en imitar los tanteos de un hombre que busca al azar su camino en la obscuridad en vez de esperar la aurora o de encender una luz. La experiencia exige ante todo un arreglo metódico y de ningún modo caótico de los hechos; en seguida viene la deducción de los principios, punto de partida de nuevas investigaciones. nes piensan que la ciencia es simplemente un edificio ingenioso fuera del cual está la realidad. La conclusión de Delbet es que la ciencia no conserva las trazas de su origen humano, en otros términos, que la ciencia es puramente objetiva y, por tanto, en armonía segura con la verdad.
Comienza el autor su trabajo justamente con la biología, que es la ciencia más difícil e incompleta, para probar que el cerebro humano se ha adaptado a la naturaleza en virtud del propio funcionamiento y que, por consiguiente, puede descubrir la verdad siempre que el punto de partida de la cerebración esté en el exterior.
Ese conjunto de nociones «comunes a Newton y a su cocinera. acerca de las cuales dice el metafísico «lo que todo el mundo comprende, aun yo, no tiene sentido. ese conjunto de abstracciones corrientes (tiempo, espacio, fuerza) es precisamente el punto de partida de la ciencia. Delbet lo demuestra hermosamente al hacer ver cómo y por qué la generalización y la abstracción cuyas bases están en los objetos exteriores corresponden necesariamente a la realidad.
La materia es una en esencia, sea cual fuere el nombre (éter u otro) con que se quiera designarla.
Los movimientos periódicos y no periódicos de esa materia, movimientos cuyas modalidades son incontables, bastan para explicar cuanto llamamos electricidad, calor, luz, átomo, estado fluido, estado sólido, etc.
Usando los términos corrientes, podemos afirmar, una misma materia en movimiento, este es el mundo.
La existencia de los iones que hoy sabemos hasta 25 La ciencia y la realidad. La Science et la Réalité es una obra muy valiosa de Pierre DELBET (Flammarion, editor, Paris) que volvemos a recomendar a los que quieran conocer el error capital de quie124 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.