es mayor el trabajo de un cerebro que busca ideas en el alma de las cosas, que el de las raíces que seleccionan alimento en las entrañas de la tierra. Así, pues, como un rosal da junto a la pomposa flor triunfante el botoncico desmedrado y mustio, el poeta puede dar después de la rítmica y fragante creación, de noble contextura, el feto informe, magro y monstruoso.
Luego, no hay derecho para meter dentro del pellejo de un perro al crítico que censura procedimientos artísticos, cuando en ello no se comprometen honra ni gloria. Qué bestia de la creación reserva en el arca de Noé, usted, señor Brenes Mesén, para forrar a los que mañana censuren su vida pública, dado que no todos nos asomamos a la misma ventana a ver pasar los hombres?
Demasiado sé que sus admiradores incondicionales alegan que usted no ha injuriado sino por defender los cánones sagrados de nuestra señora la belleza. Mas semejante argumento resulta candoroso. Quién lo ha visto a usted, señor, insultando enfurecido al que dijo que la esmeralda no tenía mayor gracia que un pedruzco del arroyo? Nadie. Sin embargo la herejía reclama un potro y una parrilla.
Resueltamente hay que convenir en que en esta ocasión la vanidad lo ha puesto a usted en cuclillas, de tal modo que vemos muy pequeñas su gran figura mental y su talla moral. La prueba es que usted asegura que se le envidia. Que se le envidia. Por qué. Acaso cree, mi respetado señor, que ya produjo obra inmortal? Ah, pues si es así, ande con cautela, no sea que se encuentre al niño de la leyenda que pretendía transportar, en el cuenco de la mano, las inmensas aguas marinas a un huequezuelo abierto en la arena de la playa.
Lo más lamentable en todo esto, señor, es que por asuntos de arte se llegue a la injuria, cuando es el arte, magnífico y eterno, lo único que nos arranca del lodo, y no hay lodo con peores miasmas que la injuria. sucede, desgraciadamente, que la belleza está condenada a ser la «fosforescencia misteriosa que flota sobre los pantanos. No.
Luz es ésta de las aguas en putrefacción, pero no para todos, como la de los astros que, cual cántaros volcados, derraman por las noches el agua impalpable de su claridad.
Muy altos son los destinos del arte, mas el vuelo de la vida los aventajará siempre. Por donde juzgo que si es noble el poeta que eterniza la verdad en formas armoniosas, no lo es menos el simple peaton que teniendo diez da cinco, ni el médico que revive al miserando paria, ni el abogado que liberta al cautivo, ni el payaso que cuelga un cascabel sobre los hombros de un triste. qué diría usted, señor, si mañana un médico, un dadivoso, un abogado o un payaso reclamara un lugar, ensoberbecido y pontifical, en el país de la inmortalidad, donde, como se ha escrito, todos se igualan?
Presumo que usted no puso nada de su parte cuando en la fragua divina se forjaba el alma que le prestaron para moverse en el mundo. si es así. por qué se envanece a la hora en que lo discuten y no protesta 20 I21 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.