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REFLEXIONES SOBRE LA EDUCACIÓN DE LA MUJER VII Es muy reducido el número de las personas a quienes inquietan la cuestión social y el problema filosófico; siendo el hombre, por su naturaleza, un ser sociable que razona, debería sin embargo aspirar por encima de todo a comprender la organización social a que pertenece, el mundo en que vive y la propia naturaleza.
Pero. diríase que abandona sus prerrogativas de hombre!
André Chaumie decía en Febrero de 1913, en la Revue Hebdomadaire. Anatole France señala irónicamente en el Jardin de Epicuro el abuso inicuo de la inteligencia que se gasta en buscar la verdad o en juzgar según la justicia a los hombres y sus obras, y dice que esto es divertirse con juegos más complicados que la malilla o el ajedrez, que se llaman: metafisica, ética, estética. En las palabras de esos escritores, veo la manifestación de la crisis inherente al período de escepticismo que atravesamos; período que ha sido bastante largo para que al entusiasmo de los primeros tiempos haya sucedido la depresión consiguiente a esfuerzos que no han dado ningún resultado. Después del. Qué sé yo. de Montaigne, muchos han trabajado y luchado con todas las potencias de su cerebro bien organizado y, a pesar de ello, estamos siempre, socialmente, en el mismo punto, y hay hasta quienes afirman que es imposible llegar a saber. Si fuera así, no quedaría más que una cosa por hacer: vivir al día, lo mejor posible, metido cada uno dentro de su egoísmo. todos los que han llegado a esta conclusión, les es preciso sufrir, y sufrir mucho todavía, para que se vean obligados a salir de su apatía.
Si hacia los diez o doce años, golpeado desde temprano por la suerte, comienza uno ya a preguntarse por qué ha nacido en una familia desunida, por qué está enfermo desde su tierna infancia; por qué, niños que no han hecho nada todavía, nacen los unos en casas ricas, los otros en cabañas; por qué unos son hijos de trabajadores honrados, otros de verdaderos pillos; a los diez y ocho años se es un socialista con tendencias anarquistas, probablemente un anarquista entregado en cuerpo y alma a reparar las iniquidades que hormiguean por doquiera. Si después, hacia los veinte años, se ve uno envuelto en las redes de una pasión desgraciada que no pára en matrimonio apacible y dichoso, es muy probable que llegue a darse cuenta de que la miseria crece en proporción de los esfuerzos hechos para aliviarla, que es el pedrón de Sísifo lo que se ha tratado de alzar, y que habría sido mejor, antes que obedecer a impulsos del corazón, darse cuenta exacta del problema que se quería resolver. Todas las ΙΟΙ IOO Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.