fuerzos, a consolarles de sus derrotas, y el mundo entero con su reprobación intentaría en vano contristarlos.
Víctor Hugo, y con él la Francia espiritual, estaban al lado de los defensores de Puebla.
Esto supuesto, se explica que en las grandes crisis muchas almas inquietas y delicadas no se satisfagan con los dictámenes del espíritu del rebaño y vuelvan instintivamente los ojos hacia las cimas intelectuales o morales del mundo.
Cuando las huestes de Napoleon III invadían a México y sitiaban algunas de nuestras ciudades, en la cercada Puebla de los Angeles un grupo de jóvenes.
intelectuales volvió los ojos a Víctor Hugo, el gran desterrado, que había dicho: Si on est plus que mille, eh bien, en suis. Si méme Ils ne sont plus que cent, je brave encor Sylla; il en demeure dix, je serai le dixiéme Et il en reste qu un, je serai celui la!
Querían saber aquellos jóvenes si el gran poeta estaba con ellos; pues que estando con ellos Víctor Hugo, ya no les importaba que estuviese contra ellos Napoleon Víctor Hugo estaba, en efecto, con ellos, y les escribió una admirable carta, que es histórica, como la otra, no menos admirable, en que pedía a Juárez la vida de Maximiliano.
Según el gran poeta, no era, no podía ser Francia, la Francia flamígera que había pregonado los más altos ideales de la tierra, quien invadía y torturaba a México, pretendiendo enclavar en la vieja tierra de Tenoch un imperio extranjero: Napoleon «el Pequeño era el solo autor del atentado.
El gran poeta jamás vacilo en descender de su olimpo para luchar por los intereses de la humanidad. Qué diríamos de un ser superior que, mientras los hombres perecen, se encerrase en la marfileña cima de su torre a contemplar las estrellas!
Cuánto más grande es un hombre, más cerca está del corazón de los otros. La relación de unión que existe entre los miembros de un solo y mismo cuerpo dice Marco Aurelio existe también entre los seres razonables, por separados que estén entre sí, porque han sido organizados para cooperar a una misma obra. Tú te penetrarás mejor de este pensamiento si te repites con frecuencia. Soy un miembro del cuerpo formado por seres razonables. Pero si te dices, simplemente, que formas parte «de la sociedad humana. es porque no amas de todo corazón a los hombres; es porque todavía no experimentas una verdadera alegría en hacerles bien; es porque les haces bien por simple decoro o por conveniencia; es porque no tratas a cada uno de ellos como a otro tú mismo. en otra parte exclama. Todas las cosas, entrelazadas unas con las otras, forman un encadenamiento divino; y no hay quizás ninguna que sea independiente de otra. Todas están subordinadas entre sí y su conjunto constituye la hermosura del mundo. Porque no hay más que 91 90 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.