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Polonia, en Bélgica, en Serbia, en Italia, en Rumanía, en Armenia, en todos los confines del mundo en donde la justicia va a reinar, en donde el mal va a perecer. Combatís por la causa de Dios, gesta Dei. Una bella canción de amor arroba vuestros oídos, y en todas las noches de la tierra, cuando triunfáis, hay una iluminación de apoteosis.
Estáis sobre todo en vuestra casa en América. Nos.
habéis dado una capital, París, que atrae sin cesar a nuestros artistas, a nuestros escritores, a nuestros hombres de Estado. No somos extranjeros en Francia. Es ésta la ciudad del espíritu que nuestra raza ha escogido desde hace cien años para enriquecer su pensamiento y embellecer su vida. De hoy más nuestros muertos duermen su glorioso sueño en esta tierra heroica. Toscas cruces en vuestros campos devastados recuerdan nuestro dolor. Hemos encontrado la segunda patria del corazón.
Señores: todas las edades desaparecidas reviven hoy, las luchas antiguas se renuevan, las guerras.
púnicas contra un imperio liberal, los sueños de hegemonía universal que van a desvanecerse en un lecho de púrpura sobre el Universo revolucionado, el misticismo francés del Derecho absoluto, la sombría majestad de los reyes asirios en guerra contra la libertad.
Le queda a la humanidad desgarrada una esperanza suprema, este Nuevo Mundo en donde todas las razas, todas las religiones, viven en paz; este Continente sin castas, sin pesadas tradiciones ni ambiciones desmedidas, que se embriaga de libertad hasta el vértigo, en donde domina un optimismo robusto, el optimismo de Longfellow y de Rodó. Esta América, que rejuvenece todas las razas en sus ríos tutelares, que alienta el esfuerzo de los hombres por el prodigio de la naturaleza de sus bosques, de sus llanuras, de sus tesoros, de esta gran cadena de los Andes, que es como el esfuerzo de una tierra titánica hacia el infinito. Vendréis más y más a nosotros, señores, descubriréis nuestras riquezas intelectuales y morales, estudiaréis nuestra historia, leeréis nuestros pensadores y nuestros poetas, seguiréis nuestras luchas, en las cuales a menudo se refleja vuestra viril inquietud. estas Semanas, llenas de votos y de promesas, consolidarán nuestra amistad y acrecerán vuestra potencia.
Os traigo, señores, y pienso en las grandes voces de allende los mares que fortalecen la mía, los testimonios de admiración y de reconocimiento de veinte naciones, de vuestra familia espiritual de ultra mar, de las más jóvenes repúblicas del mundo; saludo la unión admirable de Francia y de la América latina, la santa alianza del presente y el porvenir.
Olimpismo Un distinguido y simpático escritor español mostrabase últimamente decepcionado porque cierto gran poeta extranjero había descendido de su olimpo ideológico y se había vuelto propagandista de sus compatriotas, poniéndose el membrete de una filia con su reverso de fobia correspondiente.
En cierto modo el distinguido escritor tenía razón.
Nos choca, nos hiere, nos impresiona dolorosamente ver a un gran espíritu bregando en estos planos infe87 86 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.