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Traigo a las Repúblicas de la América latina la expresión de la solidaridad fraternal de la República Francesa. Mirarán en esta ceremonia que presido, y a la cual ha querido asociarse personalmente el señor Presidente de la República, honrándola con su presencia, un nuevo testimonio de los sentimientos que nos unen a ellas en la crisis mundial en la cual sus intereses y sus derechos se hallan tan comprometidos como los nuestros. Tradiciones, educación, comunidad de historia y de origen, iguales aspiraciones de alcanzar los plenos goces de independencia y libertad; todo las une a nosotros en la batalla en que la humanidad misma se halla amenazada en lo que hay de más noble y de más sagrado. Por ello sus estandartes vienen unos después de los otros a unirse a las banderas que Francia y las potencias sus aliadas conducen a la victoria a través de las pruebas más crueles y de los sacrificios más terribles. Después del Brasil y de Cuba, que resueltamente han declarado la guerra a los enemigos de la civilización, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Perú, Uruguay, han dado un paso decisivo hacia la alianza con los pueblos libres, rompiendo sus relaciones diplomáticas con Alemania.
La Repúbica de Haiti, de origen diferente, pero ligada a nosotros por los recuerdos, ha marcado asimismo su intención de seguir el ejemplo de su gran hermana la República del Brasil. Los demás Estados del Nuevo Mundo han manifestado igualmente, con actos, su voluntad de no permanecer fuera del conflicto, al cual los llaman la voz de su conciencia y el cuidado de su preservación. Honor a todas estas naciones con las cuales nos ligan en tiempo de paz simpatías que fortifica cada día más el culto de la amistad, y las cuales son invenciblemente atraídas hacia nosotros en tiempo de guerra por la imperiosa aspiración de no caer bajo el yugo de las oligarquías feudales, y por la necesidad de obedecer a las fuerzas morales eternas.
Honor al Comité Parlamentario de Acción en el extranjero, así como al Comité El Esfuerzo de Francia y sus Aliados, en nombre del cual he venido con frecuencia a este recinto a ocupar un puesto al lado de los hombres más eminentes de nuestro país, por haber comprendido que debemos al mundo latino de América, a nuestras amigas tradicionales las Repúblicas australes, algo más que decirles otra vez la conformidad de nuestras miras y de nuestras esperanzas en la formidable tempestad que devasta al mundo.
Para amarse no basta tan sólo decirlo; precisa probarlo, según la fórmula que empleaba el señor Presidente del Consejo en la declaración que hizo a las Cámaras. Los iniciadores del Congreso, cuyos trabajos comienzan, más bien, cuyos trabajos prosiguen, puesto que los de hoy no son sino el desarrollo de los del año último, han puesto en práctica el pensamiento tan vigorosamente expresado por Clémenceau. Han querido crear en el orden económico, social y político un régimen de inteligencia y de concordia entre el Nuevo Mundo y nosotros. Ojalá estos esfuerzos logren que nuestros enemigos sean en lo futuro impotentes para destruirlo y les impidan introducirse en nuestras filas para aniquilarlo. El Gobierno de la República debe prestar todo su concurso a los trabajos de los organizadores de la Semana Latina. De su apoyo 72 73 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.