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pudieran aprovechar al enemigo. Una censura será establecida para las informaciones diplomáticas y militares, lo mismo que para aquellas susceptibles de perturbar la paz civil; esto dentro de los límites del respeto a las opiniones. Una oficina de la prensa proporcionará estas opiniones, nada más que opiniones, a quien las solicite. En tiempos de guerra, como en tiempos de paz, la libertad se ejerce bajo la responsabilidad personal del escritor. Fuera de esta regla, no existe sino arbitrariedad y anarquía.
Señores, para marcar el carácter de este Gobierno en las circunstancias actuales, no creemos necesario decir más. Los días se suceden unos a otros. Tras de unos problemas vendrán otros. Marcharemos con paso firme con vosotros hacia la realidad cuya necesidad se impone. Estamos bajo vuestra égida. La confianza será siempre firme en nosotros.
Vamos a entrar en la era de las restricciones alimenticias, a ejemplo de Inglaterra, de Italia, de América misma, admirable por su entusiasmo. Pedimos a cada ciudadano que tome su parte en la defensa común, que dé lo más que pueda y reciba lo menos. La abnegación está en el ejército. Que la abnegación reine también en todo el país. No podremos formar una Francia más grande si no ofrecemos nuestras vidas.
He aquí que a la misma hora se nos pide algo de nuestras economías. Si el voto que terminará esta sesión nos es favorable, esperamos la consagración para el éxito completo de nuestro empréstito, suprema Solicítese EOS RENOVACIÓN donde nuestro agente Alfredo Moya, Puntarenas.
demostración de la confianza que Francia se debe a sí misma cuando se le pide para la victoria. Después de la ayuda de la sangre, la pecuniaria para alcanzar la victoria.
Señores, que nos sea permitido vivir anticipadamente esta hora de victoria en la comunión de nuestros corazones, a medida que nos fortalecemos más y más en el desinterés inagotable que debe concluir en la sublime elevación del alma francesa a la más alta de sus más sublimes esperanzas, Un día, desde París hasta el más humilde villorrio, las tempestades de aclamaciones acogerán nuestros estandartes vencedores, empapados en sangre y en lágrimas, desgarrados por los obuses, evocación magnífica de nuestros grandes muertos. Ese día, el más hermoso de nuestra historia después de tantos otros, está en nuestro poder alcanzarlo. Para las resoluciones supremas os pedimos, Señores, el apoyo de vuestra voluntad. El Cardenal Mercier (FRAGMENTO)
El 20 de Agosto de 1914, la muerte de Pío le llevó a Roma con motivo de la elección del nuevo Papa. Se hallaba en el Cónclave en los momentos en que ardía Lovaina y cuando los Cardenales alemanes organizaban en torno suyo una campaña de calumnias contra el Rey Alberto y su pueblo, a quienes reprochaban no haber cedido a las instancias del Emperador Guillermo. En su alma, llena de amargura, creció 66 67 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.