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batalla, tienen derechos adquiridos sobre nosotros. Desean que todos nuestros pensamientos sean para ellos, que ninguno de nuestros actos les sea extraño. Les debemos todo sin restricción. Todo por la Francia bañada en sangre y gloria, todo por la apoteosis del derecho triunfante. Existe un deber sencillo: permanecer al lado del soldado; vivir, sufrir y combatir con él.
Abdicar de todo lo que no es la patria. Ha llegado la hora de ser solamente franceses, orgullo que nos basta.
Deberes del frente y deberes del resto de la nación, que todos se fusionen; que todas las zonas sean del ejército. Si acaso hay hombres que descubran en su alma fermentos de viejos odios, hagámoslos a un lado.
Todas las naciones civilizadas están empeñadas en la misma batalla contra las falanges modernas de las viejas barbaries. Con todos nuestros buenos aliados somos la roca inquebrantable, una barrera que jamás será franqueada. Al frente de la alianza, a todas horas y en todas partes, no existe sino la solidaridad fraternal, la fundación más sólida del mundo futuro.
Campo de combate de los ideales, nuestra Francia ha sufrido por toda la humanidad. Firme en las esperanzas tomadas en las fuentes del más puro humanitarismo, acepta sufrir todavía por defender el suelo de nuestros grandes antepasados, con la esperanza de abrir, a los hombres como a los pueblos, todas las puertas de la vida. Allí está la fuerza del alma francesa. Es la que mueve nuestro pueblo al trabajo como a la guerra. Estos silenciosos trabajadores de las fábricas, sordos a los malos consejos; estos viejos campesinos inclinados hacia la tierra; estas robustas mujeres 64 trabajadoras; estos niños que las ayudan con una gravedad triste, son también soldados, soldados que más tarde, cuando recuerden la gran epopeya, podrán decir como los de las trincheras. También yo estuve. Con ellos asimismo debemos permanecer unidos y hacer que por la patria, despojándonos de nuestras miserias, seamos amados.
Amarse; es necesario, no solamente decirlo, sino probarlo. Esta prueba debemos procurar realizarla.
Para esta prueba venimos a pediros nos ayudéis. Puede haber un programa de gobierno más hermoso?
Ha habido faltas. No pensemos sino en repararlas.
También se han cometido crímenes, crímenes contra Francia, que exigen un pronto castigo. Nos comprometemos ante vosotros, ante el país que pide justicia, a hacerla con todo el rigor de la ley. Ni consideraciones de personalidades, ni impulsos de pasiones políticas, nos harán desviarnos del deber, ni nos harán que vayamos más allá de él. Muchos atentados han sido ya causantes en nuestro frente de batalla de un inútil derramamiento de sangre francesa. Debilidad implicaría complicidad. Mostrémonos fuertes, pero sin violencia. Todos los culpables irán a consejo de guerra. El soldado en el pretorio, solidario del soldado en el combate. No más campañas pacifistas, no más ardides alemanes. Ni traición completa, ni traición a medias: la guerra.
Nada más que la guerra. Nuestros ejércitos no estarán entre dos fuegos. La justicia avanza. El país comprenderá que está defendido. todo esto en una Francia siempre libre. Hemos pagado nuestras libertades a un precio bastante elevado, para ceder ante divulgaciones o excitaciones que 65 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.