A fines de Noviembre, Francia se había salvado; con ella se salvaba Europa, y del ejército regular apenas quedaban unos cuantos supervivientes. División hubo que entró al combate con 12, 000 hombres, y quedó reducida a 3, 000. De 400 oficiales, 50 se salvaron en una batalla. El ejército antiguo es el ejército que detuvo en sus pechos las lanzas de las legiones prusianas, y pereciendo salvó a Europa. En el mundo todo, no hay sacrificio que pueda igualársele en grandeza. Sus siete divisiones ocupan un lugar único en la historia y en los anales de las armas británicas.
Tras de eso vino el crudísimo invierno y la primavera de 1914 y 1915; para esa época los más de los antiguos veteranos habían ya desaparecido. Tocó entonces su turno a las tropas territoriales, que entraron, al punto, en acción. El antiguo ejército se había acabado, y el nuevo no estaba apercibido aún; alguien tenía que ocupar las trincheras inundadas de cieno y agua; se hacía preciso que alguien opusiera resistencia a los torrentes de metralla y de fuego de una artillería tan admirablemente equipada como era a la sazón la del enemigo. Era más, debido a la carencia general de municiones, nuestra artillería tenía orden de no disparar más que a razón, cuando más, de dos o tres proyectiles por cañón. Alguien tenía que hacer frente a tal situación durante meses, mientras nuestro nuevo ejército se preparaba. Los territoriales se batieron con todo el ardor de reclutas en su primera carga; sí, con la entereza y pujanza de veteranos en sus múltiples combates. Permitidme que de paso me refiera, con no poca satisfacción, a la deuda de gratitud tan grande que la nación debe al hombre que creó nuestros nuevos ejércitos, que salvó al Imperio en los momentos críticos. ahora hablemos de nuestro nuevo ejército, que ocupó la línea de batalla desde las costas alemanas hasta el Golfo Pérsico. El reclutamiento y la instrucción militar de ese ejército fué un hecho sin precedente, y quedará por siempre asociado al nombre de Lord Kitchener. Sería vana pretensión de mi parte tratar de hacer aquí un resumen de los triunfos que estas tropas llevan logrados. Cuántos relatos no hemos leído con frecuencia donde se describen batallas. Cuántos actos de heroísmo no hemos oído narrar a diario! Lo único que yo puedo deciros es que podemos enorgullecernos sinceramente de pertenecer a la raza que ha producido hombres así. Nada ha habido hasta hoy que pueda compararse con la intrepidez desplegada por el soldado britano en esta guerra. En las guerras que precedieron a ésta, había grandes y reñidas batallas que duraban horas, pero muy pocas que durasen días. Batallas que constituían ejemplos únicos en la historia. En la actualidad hay batallas que duran, no ya horas, ni días o semanas, sino que se prolongan por meses y meses. Jamás se vió el heroísmo británico sometido a prueba más terrible; jamás triunfó con igual denuedo. Cuando leo las condiciones en que nuestros heroicos soldados combaten, me quedo maravillado de que un mecanismo tan sensitivo y frágil como el del ser humano pueda resistirlas sin el menor trastorno.
Las aventuras de Stonewell Jackson nos llenan de admiración y de asombro, al ver la energía con que el héroe supo capitanear sus tropas a través de los 40 41 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.