listas de las bajas habidas dan una idea de lo peligrosa que semejante tarea resulta, pues en proporción se pierden tantas vidas como en el ejército. Con todo, nuestro dominio de los mares se conserva intacto.
Veo con satisfacción que en este particular el público ha sabido apreciar la labor especial de la oficialidad y tripulaciones de la marina mercante.
La carrera de marino no es, ni con mucho, una vida de comodidades y regocijos. Recuerdo que cuando ocupé el puesto desempeñado hoy por mi honorable colega Sir Stanley, como Presidente del «Board of Trade. la preocupación más urgente de aquellos tiempos era la dificultad en obtener hombres que se dedicasen al mar. pesar de irse mejorando la norma de vida, se hacía casi imposible persuadir a las gentes a que siguiesen un oficio tan lleno de peligros y con tan pocas comodidades. Eso era en tiempo de paz. Hoy día en tiempo de guerra, la tensión, las dificultades, el terror y el peligro han crecido hasta multiplicarse. La piratería es más desenfrenada y más brutal que nunca: constituye un nuevo terror, sobre los que ya presentaban de por sí las profundidades del mar. El navegante de nuestros dias corre más peligros en todos sentidos. Muchos de los faros cuyo exclusivo objeto era servir de guía a los marinos para evitar los escollos, no funcionan. Los barcos tienen, pues, que navegar con frecuencia a toda velocidad, a través de la niebla o de las tormentas, en incesante vigilancia día y noche, penetrando con los ojos la obscuridad, en busca de objetos a menudo diriciles de percibir sobre la superficie de las olas aun en pleno día de sol. sin embargo, la existencia depende de observar a tiempo esos objetos. Pero cuando esas condiciones empeoran es en los momentos en que el enemigo surge inesperadamente; entonces es cuando hasta los más valientes sienten lo que es peligro, abandonados a merced de las olas y lejos de toda playa amiga. No obstante, ninguno de estos hombres ha dejado hasta hoy de volver al servicio. Según he podido averiguar, la generalidad de entre ellos vuelven a hacerse a la mar con más entusiasmo que en tiempo de paz. Con frecuencia se da el caso de individuos que han sido torpedeados dos, tres y hasta siete veces, que apenas reciben nuevas órdenes regresan, porque se dan cuenta de que en los momentos presentes la salvación del país depende de emplear todas las energías con la mayor rapidez posible. No son estos los momentos de ponerse a discutir las atrocidades que nuestros enemigos cometen en los mares; mas no por eso vamos a olvidarlas. Lo que me asombra respecto de los marinos es que han perdido el miedo ante el peligro. No hay uno solo que se esquive; comprenden la degradación y el deshonor que tal actitud significaría para las tradiciones de una noble carrera como es la de la Marina.
Aunque sea someramente, hablaré de nuestros pescadores. La participación que en esta guerra han tomado es considerable. El 60. de nuestros pescadores sirven actualmente en la marina. Sus remolcadores desempeñan tareas sumamente peligrosas, de entre las que pueden confiarse a los marineros. como es barrer de los mares las minas, ocupación que a menudo termina en desastre. Es increíble el número de minas que esos hombres han recogido. De no ser por eso, 36 37 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.