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Caracas, de Montevideo a Lima, a la Habana, a México mismo, se manifestó tan espontánemente el movimiento de reprobación contra los procedimientos de la Kultura alemana. Esta adhesión sin reservas a la justa tesis de los Aliados de la Entente, es un fenómeno tanto más digno de consideración cuanto que aparece como completamente desinteresado. Desde el primer momento, toma la amplitud de su impulso, de la conciencia, y es ello lo que le da una significación superior. pesar del cúmulo de intereses importantes con que Alemania envolvía sus respectivos países, los más notables pensadores, poetas y escritores del Nuevo Mundo sintieron que el porvenir de la América era solidario de Francia, y lo proclamaron vigorosamente.
Francia, cubierta de heridas, tiene derecho a extraer de tal manifestación de toda una élite intelectual admiradora de su genio, un inmenso alivio, un justo orgullo. Tiene, también, el deber de interesarse por los que tan valientemente han tomado su defensa en medio de las más graves dificultades; pues, conviene repetirlo, Alemania había urdido sabias intrigas a.
través de esos países de pervenir, en los cuales soñaba instalarse un día sobrenaturalmente. Tendrá, en fin, Francia conciencia de su imperio, que es inmenso y puro? Hija por la sangre de España y Portugal, América Latina, îno había adoptado nuestro ideal? Su pensamiento ¿no prolonga ultra los mares el pensamiento francés? Ella ha hecho suyos los principios de nuestra revolución; sin abdicar de su culto ancestral del honor, se ha iniciado en las finezas de nuestro gusto y sobre su tradición caballeresca ha injertado la lógica del Derecho y el amor de la Libertad. La obse26 quiosidad teutona, de complacencias siempre manchadas por la idea de lucro, no podía menos que repugnar a su instinto de nobleza, a su franqueza innata. Sin embargo, Francia permanecía indiferente; la admiración que le consagraban no la tornaba curiosa a su vez, y ha sido necesario que esta Francia fuera amenazada de muerte para que se dignase volver los ojos hacia los hijos de su genio.
Instintivamente, nuestros amigos del Nuevo Mundo han hecho de nuestra causa su causa propia y si, como lo esperamos, una vasta armonía cordial reúne mañana en un haz único todas los pueblos de Occidente de un lado y del otro del Atlántico, la obra generosa cumplida por los ibero americanos, en el curso de esta guerra, aparecerá en todo su esplendor. Al mismo tiempo que podremos ver lo que las letras contemporáneas de España deben a la intelectualidad hispanoamericana, fecundada por el genio francés, reconoceremos la presciencia casi unánime de las jóvenes Repúblicas de ultramar al poner el mundo en guardia contra un triunfo eventual del pangermanismo.
Esta historia maravillosa de las simpatías iberoamericanas, sosteniendo a Francia y a Bélgica en el momento de la sangrienta prueba y permitiendo al heroísmo de los soldados completar su obra redentora, deberá ser escrita un día. El señor Francisco Contreras, que es un poeta de gran talento y que se ha consagrado infatigablemente a estrechar los vínculos sacros que unen la América española a Francia, nos trae hoy los materiales. Es menester que sepamos cómo fué acogida en tierra americana la acechanza de Alemania. ccios contra la Civilización; con qué acentos indignados los Sentra 27 BIBLIOTECA NACIONAL Bibilioltes, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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