Eros halado, el inmortal flechero, te miraba llorar desde su plinto; el venusto rosal, en rosa tinto, imploraba a la flor del limonero.
Cayó el poniente de tu rostro en mi hombro y se alargó el crepúsculo en asombro del libico negror de tu guedeja. a modo de bellísima azafata la noche vino, con su piel de plata, por el oro y jacinto de tu queja. BRENES MESÉN ¿Qué les parece a los lectores de Eos?
Para saborear a mi gusto este SORBO DE BELLEZA PURA, voy a trascribirlo a prosa llana, a fin de que resalten la originalidad y la belleza de los pensamientos que encarna.
Primera estrofa El sendero de tus ojeras que un dolor austero fué recorriendo con su alfanje al cinto, enarenado de oro y de jacinto, se cubrió de violetas.
Qué fué recorriendo un dolor austero ¿las ojeras o el sendero de ellas? Pero esta pregunta no tiene importancia alguna; es un reparo gramatical y es cosa averiguada que los ilustres escritores nada tienen que ver con la gramática.
Pero el pensamiento capital de la estrofa sí es original, originalísimo. Unas ojeras con sendero son, sin duda, ojeras muy originales; pero con sendero enarenado con arenas amarillas y moradas y recubierto de violetas, mucho más. Quisiera yo saber adónde conduce ese sendero; y si no conduce a parte alguna, para qué sirve. Tonto de mí! Pues para que un dolor austero lo vaya recorriendo con su alfanje al cinto. las manos por detrás. Mas ¿qué tan grande sería ese dolor y qué andaría buscando por esas ojeras?
Porque el dolor que todos conocemos va recto al corazón y lo traspasa con su espada, lo oprime, lo estruja, lo desgarra, lo envenena, lo tortura, lo martiriza, lo. pero no anda por las ojeras ni a sablazos, que yo sepa. Quizá por esto el del soneto llevaba su sable al cinto. El sendero enarenado de tus ojeras! El sendero de la virtud, del deber, del honor, de la gloria, del cielo, de la montaña, de la aldea. se lee corrientemente, y todo el mundo sabe que sendero es senda, vereda, camino angosto que conduce o por donde se va a un sitio, paraje u objeto determinado.
Tal vez el ilustre escritor llamó sendero enarenado de oro y de jacinto las hundidas ojeras de su amada para poder decir decentemente que eran amarillentas y amoratadas y después de color morado claro; pero esta mutación no pudo hacerse, porque la combinación de amarillo y morado da un verde sucio descolorido. también porque unas ojeras de ese calibre y color, no son de las que pinta el fuego de la pasión contenida, sino las de la crapula y el vicio, o las que desfiguran el rostro de las víctimas de la tuberculosis intestinal. Lo más seguro es que puso sendero para que rimara con austero, adjetivo que no casa bien con dolor. y aunque casara. Agrio, astringente y áspero, retirado, penitente, rígido, un dolorcillo que puede 3 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.