No debe ridiculizarse lo que no es ridículo. Esto equivaldría a pervertir el gusto y extraviar el propio juicio y el ajeno. Sin embargo, es conveniente descubrir el ridículo donde se halle, sacarlo a luz ingeniosamente, con gracia que recree e instruya.
Asuntos de Colombia Las tres candidaturas través de la vehemencia de la lucha electoral que agita los ánimos de los colombianos, nuestro optimismo, quizás demasiado candoroso, en todo caso patriótico, cree ver un espectáculo tan hermoso como expresivo del adelanto cívico de nuestra nacionalidad.
En la escogencia de candidatos para ocupar la primera magistratura parece que, como si procediera un acuerdo tácito, las diversas colectividades hubiesen querido presentar a los electores tres nombres, a cual más ilustre y a cual más digno de ceñir con honra la banda presidencial, tomándoles de los florecidos y exuberantes campos de la inteligencia y la virtud, que son presea de nuestra patria y dulce compensación de Todos nuestros lectores conocen los nombres de dos de los candidatos a la presidencia de la República de Colombia: el eximo escritor y estadista don Marco Fidel Suárez y el celebrado poeta don Guillermo Valencia. Pocos, quizás, conozcan el nombre del tercer candidato: don José Maria Lombana Barreneche. Es doctor en medicina, hijo del doctor Cayetano Lombana, médico de cuya filantropia guardan buen recuerdo las poblaciones colombianas de la Costa Atlántica y del rio Magdalena.
Ha sido Presidente de la Academia Nacional de Medicina, Profesor en los claustros de Santa Inés, y Redactor de la Revista Médica de Bogotá, EOS todas sus desventuras. no estar por medio graves y trascendentales cuestiones políticas y religiosas, tal vez se pudiera decir que en el próximo diez de febrero cada sufragante de buena voluntad ha de sentir la pena de votar por un solo nombre con exclusión de los otros dos, siendo éste, a la verdad, un lujo que muy pocos pueblos de la tierra pudieran darse.
Sabio estadista, filósofo profundo, eminente servidor de la Nación, el uno; poeta excelso, orfebre de la prosa, cuya lira y cuyos discursos despiertan en las almas las más profundas y gratas emociones, el otro; ilustradísimo médico, hábil parlamentario, en quien solamente son superiores a su ciencia su nobleza de alma y su buen corazón, el tercero; todos tres representativos de una alta y refinada civilización, es ciertamente motivo de orgullo nacional y alentadoras esperanzas que los partidos se hayan congregado al rededor de inteligencias que refulgen y de corazones que sienten el amor desinteresado de la patria.
Pero las candidaturas, como nobleza, obligan; y puesto que hemos ido a sacar a esos ilustres ciudadanos de la tranquilidad de su vida para someterlos al juicio contradictorio y pocas veces benévolo de los partidos políticos, lo natural es que el debate se levante a la misma altura de los merecimientos de los candidatos, y que no acerquemos la copa en donde rebosan los odios a los labios que no se han abierto para pedir un puesto que, por lo mismo que merecido, no ha sido por ellos solicitado.
Que se discutan, se analicen las ideas, las tendencias políticas de los bandos contendores, está bien; pero de eso a denigrar los nombres de las personas 381 380 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.