ojos se mueven, los labios murmuran, los pechos se levantan, los pequeños corazones laten (pero no de gozo. iQue no detenga también estos movimientos!
Disciplinar, es, pues, volver inerte. Qué enormidad. Qué martirio para nuestros niños! Disciplinar, señor, es por el contrario, encauzar todas las actividades infantiles hacia el fin educativo que perseguimos. El arte de disciplinar una clase, es el de hacerla movida, activa, diligente.
guntar įes esto conciliable con los preceptos de higiene? No, por cierto. La cena, según el famoso doctor Sonderegger, debe tener lugar horas antes de acostarse el niño, y es preciso que los niños se acuesten temprano. En qué queda entonces la recreación, tan necesaria? No se puede obligar a un niño a que corra y juegue durante las horas del sol, mucho menos en verano.
Luego es preciso que el niño tenga libre siquiera las horas hasta el momento de la cena y que no se le moleste todos los días con deberes, hasta en las clases inferiores.
UN BUEN MAESTRO como es notorio NO DICTA SINO POCAS VECES DEBERES PARA LA CASA, porque sabe hacerse comprender a viva voz.
Tampoco es lícito fastidiar a los niños con deberes en días feriados; los domingos y días de fiesta debe el niño pasarlos en completa libertad. La nerviosidad de las actuales generaciones tiene en gran parte su origen en la misma escuela y sus deficientes métodos.
De Gymnastique Scolaire tomamos las notas siguientes: INMOVILIDAD. Teneos derechos. No os mováis. No pongáis la mano en la boca. No revolváis vuestro cajón. Tened, pues, las piernas quietas. Usted eree, talvez, lector amigo, que nuestro maestro enseña el modo imperativo de una manera aun más imperativa! No, no es eso. Persigue, parece, la disciplina de su clase, antes de empezar la lección. No creáis que sus órdenes son completas! Los En el Journal des Debats, Alberto Petit protesta contra las ideas demasiado ambiciosas de la enseñanza histórica en las escuelas primarias. Ciertos maestros, olvidando que tienen que enseñar a niños, se entregan a generalizaciones muy fuera de lugar. Con el pretexto de inculcarles desde la primera edad ideas generales, los hacen incapaces de tener jamás ninguna, puesto que una idea general debe descansar sobre hechos, bajo la pena de no ser sino una idea hueca. El niño necesita realidades, detalles concretos; es lo que él ama, lo que él retiene. Elegir entre esas realidades, hacer una selección entre esos detalles, ese es el rol del maestro.
El canto es el mejor auxiliar de nuestra disciplina.
Cuando veáis que vuestro auditorio se agita y os va a abandonar, haced entonar un canto agradable, acompañadlo si es posible de algunas evoluciones, de algunos movimientos gimnásticos, y veréis que al empezar la segunda copla, el orden renacerá de por sí, se establecerá una nueva corriente de ideas que se traducirá en charlas, vivacidad y turbulencia del auditorio.
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