Si el trozo tiene algo de bello y es medianamente ejecutado, vuestros alumnos tendrán el placer de una sensación de arte, y se sentirán felices y ufanos. Después de esto, y cuando les hagáis comenzar de nuevo el trabajo, quedaréis sorprendidos de la facilidad y buena voluntad con que se aplicarán a él. las Notas de inspección de un inspector primario, pertenecen las siguientes líneas: Algunas observaciones sobre la enseñanza del cálculo.
En la segunda clase de una escuela de niñas, encuentro, como únicos deberes de cálculos hechos en el cuaderno, una serie de veinte números consecutivos para cada día. 141, 142, 143, etc. Se continúa al día siguiente donde se dejó la víspera, y la serie sigue así aumentándose de día en día. acaso se volverá a empezar cuando se haya llegado bastante lejos.
La maestra justifica este trabajo fastidioso y de utilidad enteramente problemática (sin juego de vocablos) diciendo «que es muy necesario que los niños aprendan los números. Sí, es cierto, que los niños deben conocer los números; hasta es necesario que tengan de ellos una idea lo más exacta posible. Pero es tal el verdadero medio de darles sobre ellos una idea exacta? Lo dudo mucho. Pensáis que la reflexión tenga gran parte en ese trabajo, que me parece enteramente maquinal? Sin preocuparse mucho de lo que hacen es como los niños escriben esa serie de números. lo sumo hacen un pequeño esfuerzo de atención cuando tienen que cambiar las cifras de las decenas. Les será necesario, pues, escribir así todos los números para llegar a conocerlos? La experiencia prueba, por el contrario, todos los días, que el niño que sabe escribir un número de una manera razonada, puede escribir un número cualquiera sin ninguna dificultad especial.
Es, además, con ayuda del pizarrón y delante de éste como debe hacerse a los niños vencer sus dificultades.
Por otra parte, el cálculo no se encuentra todo entero en las cifras, y es un gran error creer que un niño conoce los números porque sabe escribir una serie indefinida. La prueba está en que ese niño vacila para mostrar tres dedos, cuatro dedos, cinco dedos. que no sabe cuántas quedan de cinco manzanas después de haber comido una o dos, etc. etc. Exceso contrario: nada de cifras, cálculo exclusivamente oral. Pequeñas preguntas muy sencillas, pero a las que los niños no responden más que por medios sensibles. Abran cinco dedos; cierren dos. Cuántos quedan. el niño cuenta escrupulosamente, con el dedo de su otra mano. Uno, dos, tres. Para hacer una pequeña adición, traza palitos en la pizarra o en el pizarrón: primero tres, después cuatro, y cuenta en seguida uno por uno hasta siete. Es curioso ver como caemos fácilmente de un exceso a otro! Es el sistema de los guijarros de los antiguos, sistema seguro tal vez, pero seguramente de poca comodidad práctica y cuyo empleo podía a veces presentar alguna dificultad.
376 377 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.