Imperialism

lleres del imperio alemán en sus coloquios con el representante del pueblo, vacilan los gobiernos y caen en el abismo de su incompetencia monarcas y dinastías enteras.
Por otra parte, las proporciones del esfuerzo que está haciendo Europa en busca de una paz duradera no caben ya en el cerebro de un solo individuo, aunque estuviera dotado con las potencias del genio.
Un Napoleón o un Grant eran posibles cuando el número de hombres llegaba apenas al millón, y cuando la guerra estaba limitada a la tierra y a la superficie de las ondas. No cabe ya en una mente sola la dirección de operaciones militares que se han extendido a las alturas irrespirables de la atmósfera y a las profundidades del mar y de la tierra. No puede un solo hombre disponer desde su tienda los movimientos de ejércitos cuyas plazas se cuentan por decenas de millones y cuyas piezas de artillería requieren la construcción de vías especiales para cambiar de sitio. El número, la impedimenta, la extensión de las líneas de combate son más poderosas que el individuo, y el hombre al ensanchar su campo de acción por medio de la electricidad y el vapor para comunicarse rápidamente y a enormes distancias con los diferentes cuerpos de ejército, no ha podido aumentar en escala proporcional sus aptitudes cerebrales. Por una parte los grandes ejércitos lo oprimen y por otra el teléfono, el telégrafo sin alambres, los barcos de petróleo, desarrollan una velocidad de comunicaciones que supera nuestra capacidad de enterarnos y de sacar conclusiones definitivas y rápidas. La inteligencia más sólida y mejor amueblada sentiría vértigo ante la necesidad de conservar en la memoria los infinitos detalles del problema. La dirección suprema es un mito. Hay que dividir y subdividir hasta lo infinito los departamentos de gobierno y no hay organización humana capaz de darse cuenta el conjunto. Todo empeño es un esfuerzo aislado; cada éxito está limitado por las circunstancias y, para evitar desastres o paliar las flaquezas de la dirección incoherente, ha sido necesario recurrir a las trincheras como recurso definitivo, en el norte, en el sur, al oriente y al occidente. La movilidad de un sector supone una aparente quietud en los otros.
Hay todavía consideraciones de orden más elevado que señalan como imposible la venida de esa inteligencia predominante que hemos estado esperando.
Los grandes capitanes de los tiempos pasados se distinguieron principalmente por la capacidad de ponerse en contacto directo con las cosas reales. Sea evolución natural del intelecto humano, sea resultado de la inversión romántica o de los procedimientos educativos que se están ensayando por donde quiera hace cosa de tres generaciones, el hombre moderno pierde cada día su contacto con las realidades.
La enormidad de los organismos políticos tiende a eliminar la eficacia del factor personal. Los ensayos de imperialismo hechos en el siglo xix y el siglo xx manifiestan a las claras que las fuerzas de concentración de la especie humana se han agotado y que la acción centrífuga ha empezado a actuar con vigor renovado. El porvenir seguramente no pertenece al imperialismo sino a las federaciones voluntarias y, dentro 371 370 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.