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o Falkenhayn en sumisa posición ante las órdenes del mariscal, no alteran el horizonte político de Alemania, ni modifican el aspecto de la situación militar, así como no se altera el resultado de ciertas ecuaciones, aunque se modifique el signo de sus términos.
La verdad es que la democracia no consiente, aunque parezca anhelarlo, el advenimiento de las grandes figuras históricas, y, lo que es todavía más grave, la democracia les opone vivas resistencias a estos organizadores del tumulto, cuando acaso llegan a surgir. La educación difundida en todas las capas sociales y el principio democrático de que cada unidad social tiene derecho a colaborar en la política y en la dirección del grupo a que pertenece, han complicado hasta lo imposible la función de gobernar en tiempo de guerra. Antes podía un supremo director reservarse el derecho de preparar sus campañas a la sombra y esconder sus planes no sólo de la vigilancia del enemigo, sino también de la curiosidad de sus compatriotas. El pueblo omnipotente y versado a medias en los negocios, mediante la difusión del libro y del periódico, exige de sus representantes en el parlamento que descorran el velo de las sombras en que actúan los estados mayores. es inútil resistirse a la demanda, porque el pueblo tiene la amenaza sacramental del voto, y en su defecto, les intima a los gobernantes el propósito de hacerse justicia por su mano. Ante la decidida actitud de la democracia durante la guerra, se renueva diariamente el personal de los estados mayores, cambia el rumbo de los ejércitos, se desacreditan ciertas armas, cambian de tono los canci369 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.