Dijo el Gómez: La fuerza más poderosa para dominar la materia es el espíritu, es la inteligencia. Ella ideó el mundo material en la mente divina, ella lo produjo de la nada y ella lo subyuga para servicio del hombre. Es un error creer que el desarrollo industrial puede ser promovido convenientemente por un empirismo torpe: la verdad es que hoy las grandes industrias en todas las naciones son el fruto sazonado de muy sólidos estudios de las ciencias físicas, químicas, matemáticas y naturales. No son por tanto inadaptados a la vida real ni fracasados del mañana, ni candidatos del proletariado intelectual los que sólidamente se forman en las disciplinas de la segunda enseñanza. sí son por el contrario incomparablemente más útiles para la vida práctica que hombres de manos más hábiles, pero de inteligencia menos cultivada. Aquéllos encontrarán mil medios para llegar a un fin, éstos sólo uno; aquéllos tienen los más amplios recursos para el desarrollo de las industrias, donde éstos son víctimas de la rutina; aquéllos, ejercitados en el raciocinio y en el cálculo y conocedores de los fundamentos de las ciencias, ven mil aplicaciones útiles de ellas, en tanto que los otros permanecen estacionarios o veloces retrogradan. Quiénes han contribuído más, decidme, al desarrollo de las grandes industrias, las legiones sin número de meros empíricos que en los siglos pasados rigieron la producción del mundo, o sólo estos nueve nombres, gloria de la historia de las ciencias: Galileo, Kepler, Newton, Volta, Ampere, Descartes, Leibnitz, Pascal, Lagrange?
La importancia de la ciencia aplicada a las industrias, es extraordinaria en nuestros días y constituye a la vez un hecho histórico de incomparable trascendencia y que puede formularse así. la producción empirica se ha convertido definitivamente en científica. En efecto, desde mediados del siglo xviii para acá vienen apareciendo los grandes maestros de las ciencias aplicadas a las industrias: Watt, con la máquina de vapor; Hargreaves, Arkwright, Cormpton, Roberts, con las máquinas hiladoras, y Cartwright y Jacquard con las tejedoras, pueden llamarse los fundadores de la mecánica industrial. Siguen Fulton, Ericsson y St phenson para la mecánica de los transportes. Luego Bakewell para la zootecnia, Young y Rozier para la agronomía, y más tarde, Liebig para la química agraria. Por último, Morse, continuado por Edison, Righi y Marconi, para la telegrafia. Giamme y Siemens, para la electrodinámica.
La trasformación de las industrias, de empíricas en científicas, ha venido verificándose paralelamente al desenvolvimiento de las ciencias aplicadas, comenzando las industrias manufactureras, siguiendo las locomotrices y algo más tarde las agrícolas.
Para ayudar esta trasformación se erigen y multiplican durante el siglo xix y el xx los colegios politécnicos, las escuelas de aplicación para ingenieros, los museos industriales, las escuelas superiores de agricultura, las escuelas de artes y oficios y las universidades comerciales.
La unión entre la ciencia y la industria es hoy tan úntima y fecunda, que ante cualquiera teoría de ciencia pura ya nadie ostenta menosprecio sino que, por el contrario, todos están convencidos de que cualquier noción o fórmula abstracta es capaz de traducirse, 322 323 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.