«El capital afluye allí en donde encuentra seguridad para sus inversiones, y huye de los pueblos que viven en constante agitación. De manera que el problema monetario no es única y solamente económico financiero. Tiene una faz social que hay que contar en el balance, para distribuir las responsabilidades consiguientes. De la carta del Sr. Presidente Meléndez. La inestabilidad política, esa constante intranquilidad acerca del porvenir, que nos domina a todos, dependiente de que las instituciones no reposan sobre el carácter nacional, sino sobre personalidades transitorias; esa zozobra continua en que nos mantenemos a causa de la convicción de que la paz reposa en la fuerza y no en el respeto que la educación nos haya infundido hacia las instituciones democráticas que nos hemos dado, es causa eficiente de que en estos países de la América Central no sea posible el establecimiento de fuertes capitales y de que sus representantes tesoricen, sobre todo, en la forma en que se hace en la India. Nuestro espíritu de empresa es nulo. frecuentemente se oyen las más amargas censuras contra nuestros ricos porque se limitan a la explotación rutinaria de sus capitales y porque, extrayendo buena parte de ellos de la jurisdicción nacional para trasladarla al exterior, dejan que la empresa y el capital extranjeros se adueñen de los trasportes, de los muelles, 278 de las minas, de los seguros y hasta de las tierras.
Las críticas son injustificadas. Si nuestros capitalistas no se lanzan a empresas a que está vinculada la independencia económica de estos países, no es por espíritu rutinario y retrógrado, sino porque el capital es profundamente medroso y carece de confianza. Cómo van los capitalistas a arriesgar sus capitales en una empresa de transportes, por ejemplo, para que mañana el General X, jefe de una banda de revolucionarios, se apodere de ella. Cómo van a exponer su dinero en empresas útiles, para que de pronto sean ahogadas por un tributo exagerado decretado por cualquier Gobierno irresponsable nacido al fragor de los disparos? Hé aquí por qué las grandes fuentes de rendimiento están reservadas al extranjero, quien, a lo menos, cuenta con la sombra de los acorazados de su patria para garantizar su capital contra brutales atentados. Si queremos, pues, realizar el ideal de la independencia económica, aprendamos, ante todo, gobernantes y gobernados, a respetar el derecho ajeno, fundemos la paz orgánica basada en el libre juego de las instituciones, en vez de la paz precaria constituída sobre el poder de bayonetas para las cuales no es imposible torcer el fin para que han sido fabricadas. De esta manera lograremos infundir confianza al capital, hacer que nuestros ricos abandonen el justo miedo que les inspira el incierto porvenir y les impide lanzarse a empresas de alientos. Veremos entonces cómo las fuentes de riqueza quedarán en manos de nacionales, en vez de las extranjeras, que, cuando son anónimas, carecen del sentimiento de la patria y sólo miran 279 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.