suspendido las emisiones, no valía sino 0, 001. Los precios de los artículos de primera necesidad subieron a alturas ridículas e inverosimiles; y, como los salarios no seguían la misma marcha ascendente, los sufrimientos de la clase obrera eran inmensos. Este fenómeno invariablemente se produce en todo país sometido al régimen del papel moneda y hace a éste particularmente doloroso para el pueblo. Esta experiencia nos está demostrando elocuentemente cuán engañosa sería la solución consistente en emitir billetes garantizados con hipoteca. El billete debe hallarse garantizado con especies amonedadas o con lingotes. De lo contrario su descrédito es inevitable.
Es verdad que los principios de la ciencia económica no han llegado a establecerse de tal manera que hagan posible una previsión exacta de los hechos venideros. Una ley cualquiera adquiere carácter netamente científico cuando a la universalidad del fenómeno a que preside, se agrega la facultad de la previsión. En las ciencias que han entrado plenamente dentro del campo matemático, la previsión es siempre infalible. Establecidas las condiciones en que el fenómeno se verifica, y conocida la ley a que obedece, la previsión es posible. Conocidas las leyes de la afinidad de los cuerpos, puede predecirse que siempre que se pongan en contacto, en determinadas condiciones, la base con el ácido, acaecerá un fenómeno de combinación que dará por resultado una sal.
Las ciencias sociológicas, como la Economía Politica, no han llegado aún a semejante precisión por la complejidad de las fuerzas que entran en acción, la inmensa dificultad de experimentar y la casi imposibilidad de abarcar todas las causas. Algunas leyes, ciertamente, han adquirido ya carta de naturaleza científica, como la de Gresham y como las que el señor Presidente Meléndez tuvo en la mente cuando habló en su carta sobre los efectos del papel moneda. Por eso, al referirnos al probable porvenir de nuestro grano de exportación, no es posible establecer afirmaciones ni conclusiones absolutas. Si es permitido conjeturar que después de la guerra los productos tropicales tendrán demanda más activa en los mercados extranjeros.
Por lo menos así lo revelan todos los indicios.
Sin embargo, un criterio ciegamente optimista pecaría de imprudente; por lo que es preciso pensar muy seriamente en las eventualidades que el futuro puede reservar. No conviene atenerse exclusivamente a un solo producto. Precisa, por el contrario, ponerse en guardia y estar preparados, porque los acontecimientos humanos no siguen siempre una trayectoria bien definida. Conviene, pues, pensar en el encauzamiento de las energías nacionales por distintas radiaciones, para no tener, como gráficamente dice el pueblo, toda nuestra ropa colgada de un solo clavo. Para ser justos, debe apuntarse también, que la timidez y la emigración del capital que originan en gran parte la declinación del medio circulante, indudablemente debense a nuestra inestabilidad política y al espíritu anarquizante que todavía prevalece en algunos estratos sociales.
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