ceptora de los productos de esa venta. Al mismo tiempo se crearon los asignados por la misma suma.
Los asignados gozaban del de interés, eran admisibles preferentemente para el pago de las compras que se hicieran de los bienes desamortizados que los garantizaban, y quedarían extinguidos en el curso de cinco años. No eran aún una moneda: su circulación era legal, pero no forzosa. Los intereses estaban representados por cupones adheridos a cada título. Se emitieron títulos representativos de asignados por ciento doce millones que al poco tiempo tenían una depreciación del En 1790 esos asignados tuvieron curso de moneda y debían recibirse como especies sonantes en las oficinas principales y entre los particulares. El interés que devengaban se fijó en el y se amortizarían por sorteo. El interés se contaría por día. De modo que los asignados valían, en una fecha cualquiera, el monto nominal más el interés del acumulado desde su emisión, y estaban garantizados con hipoteca. privilegio y delegación especial» tanto sobre la renta como sobre el precio de los bienes incautados. Comenzaron a circular los cuatrocientos millones de asignados, y lo único que los diferenciaba del papel moneda, era que ganaban interés y eran billetes a la orden. Por fin, en septiembre de ese mismo año, suprimido el interés y hechos al portador, entraron a ser verdadero papel moneda, es decir, billetes de circulación forzosa garantizados con hipoteca. sin embargo. sufrían un descuento del 10. Esta era la confirmación más patente de las declaraciones del Consejo de Estado (del 20 de septiembre de 1789. que estableció las siguientes incontrovertibles verdades. la rarefacción de la moneda metálica se debe: a la tesorización que entraña la desconfianza; º, a la contracción de las inversiones hechas por los extranjeros; º, al relajamiento del comercio de exportación; al absentismo; 9, a la disminución del número de viajeros.
En agosto de 1791 había una circulación total de 1100 millones, cifra que se hallaba dentro del límite fijado; y desde hacía un año el asignado tenía una depreciación del 16. y bajó a fines de 1791 al 50. principios de 1793 la circulación era de unos 2387 millones. Los convencionales se asombraban de la depreciación de un papel garantizado con hipoteca de bienes que valían muchísimo más, y (como en México bajo el régimen revolucionario) creían que la depreciación era debida al espíritu obstruccionista de los vencidos. Entonces, cuando el asignado valía un 25 de su valor facial, las autoridades dispusieron sostenerlo a fuerza de sanciones inusitadas: seis años de cárcel al que traficara con el numerario; multa y veinte años de presidio al que rehusase un pago en asignados o los negociase a pérdida; luego, pena de muerte.
Hasta se aplicó la ley terrible de los «sospechosos» a todo el que preguntara en qué moneda le iban a pagar. a pesar de la hipoteca y de tan feroces castigos, el asignado continuaba depreciándose: en Octubre de 1795 valía 0, 008, y en Junio de 1798, no obstante haber retirado una buena suma de la circulación y haberse Rafael Georges Levy.
274 275 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano det Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.