Este es un signo de civilización y de progreso em los pueblos. Pueblo donde la política económica desarrollada por el Gobierno tiende a la protección de intereses particulares con detrimento de los intereses generales, puede afirmarse, sin vacilación, que va rezagado en el camino del progreso. El establecimiento de un monopolio protegido oficialmente, la protección decidida a una industria con perjuicio de las otras similares o solidarizadas con ella, son síntomas de corrupción y de retroceso sensible porque se traducen prácticamente en menoscabo de la riqueza general en pro de la particular.
Es indudable que el régimen papelista significaría protección inmensa a la industria de artículos exportables. Pero todos los provechos que obtuviese la clase social exportadora, no serían sino a costa de los más penosos sufrimientos de las clases medias y proletarias, sujetas a salarios y jornales. También los propietarios de bienes urbanos sufrirían el contragolpe, porque las emisiones ingarantizadas tienen el inmediato efecto de bajar el valor de la propiedad urbana y reducir la renta: es imposible que ésta suba en la misma proporción en que el papel se deprecia.
Los ejemplos están a la vista y son muy recientes para que podamos engañarnos. El que haya vivido en México cuando en este país imperaba, en 1915 y 1916, el régimen del curso forzoso, habrá podido observar claramente todas las tremendas consecuencias del papel ingarantizado. En 1916 el papel se cotizaba a razón de 40 por dólar, de tal modo que el alquiler de 262 una casa que durante el régimen metalista montaba a cuarenta pesos, había bajado a dos pesos. Cómo hacer para que el propietario no sufriera semejante menoscabo en su renta. Aumentarla proporcionalmente. Ah! Había que aumentar el alquiler a ochocientos pesos mensuales; y, naturalmente, el inquilino no pagaba, pero seguía ocupando la casa. fijémonos, de paso, en un rasgo digno de admiración en la política económica del señor Presidente Meléndez. Si a alguien aprovechara el régimen del curso forzoso ingarantizado, sería a su casa, como una de las principales exportadoras de frutos. Y, sin embargo, atento al bienestar nacional, condena esa solución como perniciosa a los intereses del pueblo, y la condena con tanta energía y tan sabiamente, que puede asegurarse que los principios sentados por él serán para los futuros gobernantes del país como la base inconmovible de un programa de gobierno de axiomas políticos y económicos incontrovertibles. La aceptación del papel moneda, aunque fuera en límites muy restringidos, pondría en manos del Gobierno un poder de un alcance incalculable para ejercer arbitrariedades económicas y financieras, en las que privaría, no el interés de la generalidad, sino el espíritu de complacencia en favor de minorías o de círculos políticos, con daño irreparable para la economía nacional. Esas complacencias de origen político, hicieron la ruina del Banco Nacional Hipotecario de Buenos Aires. De la carta respuesta del señor Presidente Meléndez al Doctor Bolaños. 263 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.