«caballo» lo impide, y la penosa versión literal. César se anunció a sí mismo que lo iba a hacer. ésta u otra cualquiera por el estilo, sólo ofrece expresión pesada y falta de atractivo. La atención se concentra en las palabras mientras la idea escapa. veces reside el genio en las alas y a veces en los pies. traduce un chico a Ovidio. Si el genio de la antigüedad hubiera.
de apreciarse en esa forma. qué influencia podría ejercer sobre las facultades estéticas y mentales? Si la traducción se hace como es debido, el aprovechamiento en riqueza de vocabulario y flexibilidad de expresión, acrece la eficiencia intelectual del individuo, lo mismo exactamente que sucedería con cualquier otro cuidadoso trabajo literario. Pero este resultado no se obtiene solamente por la traducción, y mucho menos sólo por la traducción del latín; todo original extranjero, especialmente si está bien escrito y lleno de gracia e imaginación, procura ocasión favorable para ejercitar el dominio de la lengua natal.
De consiguiente, no son tales razones las que deben aducirse para sostener el estudio del latín en la época actual. En ningún caso podría el latín sobrepasar a este respecto las ventajas de un idioma moderno, ni menos aún buscando el equivalente exacto al tiempo y esfuerzo que demanda su adquisición de dos idiomas modernos. Ya se trate de su presunto valor utilitario o de su valor estético o refinamiento de cultura, la importancia atribuída al estudio del latín es, en gran parte, tradicional. El despliegue más somero de frases latinas demostraba en otro tiempo cultura y alta posición social. Soy noble. Loquor latine. exclamaba Zaglota en situación apurada cuando, disfrazado de labriego, se ve a punto de ser arrojado por sus nobles camaradas. Pero aun cuando haya ocupado el latín puesto prominente como lengua universal entre los poderosos, los ricos y los nobles, no confiere gran prestigio en la actualidad.
Queda por determinar la utilidad del latín en ramos profesionales y estrictamente pedagógicos. Parece razonable excluir de mayor consideración el primer caso; pues exceptuando al historiador, que necesita a veces acudir a fuentes latinas, al filólogo y algunos otros letrados profesionales, no es esencial para los demás el dominio del latín ni merece, en consecuencia, el alto precio que debe pagarse por su adquisición. Con todo, no es indispensable considerar al profesional en este caso; un padre no puede prever cuando su hijo tiene trece años o cosa asi a menos que sea un Mozartla clase de profesión que el joven habrá de elegir. Mas debe decidir entonces, sin embargo, acerca del latín.
Fundándose en las observaciones anteriores parece más conveniente que comience por aprender un idioma moderno, dejando el latín para cuando este idioma o el griego le sean necesarios, ya que ambos deben afortunadamente estudiarse alguna vez.
Si habéis pagado el precio necesario para adquirir aunque sea un dominio pobre y limitado del latin, encontraréis alli compensaciones que no hallaríais en otra parte. Son buenas las compensaciones y es agradable gozarlas. Pero son caras; y no son éstas las únicas satisfaciones artísticas e intelectuales de su especie, aun1 Término que dan los estudiantes de Inglaterra y los Estados Unidos a libros de traducción literal de cualquiera de los clásicos y de los cuales se valen secretamente en la preparación de sus estudios. N, del 236 237 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.