percepción en este ramo, que los niños no comprenden lo que quiere decir etimología. Su imaginación no encuentra ángulo en que fijarse hasta el final, en que la comprensión de esta idea llega a formar parte de su apresto. Esto se comprueba con la experiencia de los maestros de inglés, pongamos por caso, que tratan en vano de lograr que los alumnos hagan uso de sus conocimientos en latín como instrumento para la adquisición de nuevas materias.
La idea de que la gramática inglesa puede comprenderse mejor a la luz del latín parece argumento de filólogo más que de maestro práctico. Se pueden extraer moluscos con una grúa, pero no es ésta la mejor manera de llevarlo a cabo. El hecho es que cualquier chico inglés necesita emplear todo su conocimiento de la gramática para comprender las declinaciones, conjugaciones y construcciones latinas. Un estudio cuidadoso de la gramática inglesa, especialmente si se la compara con la francesa o la alemana, producirá en los jóvenes tan buenos resultados como el estudio del latín. Quizá son dignas de mencionarse a este propósito algunas observaciones del avisado Franklin acerca de su estudio de los idiomas. Aprendió primero francés e italiano; luego español, y por último tomó el Jatín que dominó entonces con entera facilidad. Por esto he pensado. dice. que existe cierta falta de consistencia en nuestra manera de enseñar idiomas. Se nos asegura que debemos comenzar por el latín y que, una vez adquirido éste, será mucho más sencillo dominar los idiomas modernos que de allí se derivan; mas no por eso comenzamos por el griego para hacer más fácil el estudio del latín. Es verdad que si podéis trepar y alcanzar lo alto de una escalera sin hacer uso de los peldaños, la descenderéis suavemente siguiendo los escalones; pero indudablemente si comenzáis por el más bajo, llegaréis con más facilidad al extremo superior; y yo desearía ofrecer a la consideración de los que dirigen la educación de la juventud, el hecho de que muchos de los estudiantes que comienzan por el latín lo abandonan después de consumir en aquel estudio varios años, sin obtener por ello mayor proficiencia, siéndoles poco menos que inútil todo lo que aprendieron, de donde se desprende que han malgastado su tiempo. No sería mejor entonces principiar con el francés, y seguir luego con el alemán, etc? Pues aun cuando después de cierto tiempo abandonaran el estudio de los idiomas sin haber llegado al latín, les quedaría siempre el conocimiento de una o dos len guas que, por su uso moderno, les serían más útiles en la vida común. Sin embargo, los partidarios del latín insisten en que la traducción exige esfuerzo para expresar exactamente la idea del autor latino, obligando así al estudiante a trabajar en la elección de las palabras, lo cual sirve para adiestrarle en su propio idioma. Nadie que se haya dedicado a un trabajo serio de traducción de cualquier otro idioma incluyendo el latín, mas sin concederle supremacía sobre los demás desconoce el valor disciplinario que aquello representa; el esfuerzo para encontrar palabras equivalentes y moldear paralelamente dos idiomas es la mejor educación de la lengua madre. Pero tal gimnasia no es inherente a la seudo traducción que por lo común se lleva a cabo en el estudio del latín. La costumbre general de valerse del 235 234 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.