losos y cualidades artísticas en la forma que se presenta dicha literatura al estudiante, ni según lo que han podido apreciar verdaderamente por sí mismas más adelante.
En una palabra, les atrae muy poco. Encuentran a Virgilio ceremonioso y poco espontáneo; a los cómicos, pesados, grotescos y vulgares; a los satíricos nebude mal gusto. Agrádales el estilo conciso de César y de Tácito, pero rechazan a Cicerón por la exuberancia de su complacencia personal. Opinan que todo lo que se encuentra allí de bueno, en realidad puede adquirirse igualmente de segunda mano, a menos que alguien descubriera el medio de obtener el dominio de un idioma con poco gasto de tiempo y de esfuerzo. Nunca dedicarían a un joven, hombre o mujer, a estudiar latín durante siete u ocho años por la sola ventaja de la cultura que de allí pudiera derivar. De consiguiente, juzgando por el criterio estético pondrían de lado con mejor voluntad el estudio del latín que el del griego; y, marcada ya la declinación del griego, no harían ni exigirían muchos sacrificios para preservar el latín. Pero. sugerirá alguien. no es posible comprender las alusiones literarias sin el estudio del latín. No, indudablemente, si la alusión se hace en forma de cita latina. En otro tiempo se juzgaba prueba de distinción salpicar todo el estilo de citas latinas; pero ciertos autores que hacían aquello dejaban campo abierto a la sospecha de que la totalidad de sus conceptos se había escrito en torno de la cita como montura adecuada para tal joya. Los estudiantes impresionables, en cierto grado de evolución, recapitularán sin duda este período de la historia de su raza imaginando quizá que se encuentran en compañía de Esmond cuando se hallan con Steele o Addison. Jamás se ha ridiculizado con más eficacia la afectación de estilo que introduce palabras, frases y sentimientos extranjeros como en el informe de Harris en The Tramp Abroad (El vagamundo en el extranjero. El lector no tolera ya lo que constituía la moda en tiempo de Addison. De vez en cuando, al leer a Thackeray o a Huxley, por ejemplo, seria cómodo tener su Horacio en la punta de los dedos; pero no se consigue tener a Horacio en esta posición a menos de ser especialista.
En otro tiempo, cuando había menos que estudiar y menos que saber, conocía a Horacio bastante gente para formar una especie de círculo selecto dentro del cual tenían sus frases una intención de que hoy se las ha despojado. Con el transcurso del tiempo las citas latinas han llegado a considerarse una especie de afectación.
Lo mismo sucede con alusiones a formas literarias características del latín. Quizá el joven que haya leído las Bucólicas podrá explicar lo que quiere decir «caramillo de paja. pero la expresión es simplemente un juego de estilo y su significado es nulo o poco menos.
En la mayoría de los casos la literatura intrincada de esta clase puede apreciarse bastante bien con una buena traducción, tanto como el lector que anda en busca de cierta frase latina puede fácilmente salir de apuros con ayuda de un diccionario de Webster o de un manual de citas. La lectura abundante de traduc! Protagonista de la famosa novela de Thackeray, Henry Esmond. del Obra famosa de Samuel Clemens (Mark Twain. del 231 230 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.