general, a presentar latín; pero dándose cuenta los padres con inquietud de las circunstancias arriba mencionadas, e inciertos de lo que traerán los años verideros, sienten la necesidad de formar una opinión definida basándose en el valor real del estudio en cuestión. con furtiva mirada de envidia a sus camaradas solteros se disponen a contemplar los diversos aspectos del problema.
Un hecho crudo destácase inmediatamente ante la consideración, y es la futilidad de argüir que el estudiante ordinario de latín aprende este lenguaje. En esto las condiciones son exactamente análogas a lo que pasa con el estudio del griego. Sea mucho o poco lo que el estudiante adquiera, comparativamente el gasto es exagerado; y aun cuando se pague el precio total, muy pocos, aun entre los mejores alumnos, llegan a poseer aquello que se califica más que generosamente dominio del idioma. Con raras excepciones, conocen únicamente a los autores latinos que se les ha puesto delante de los ojos, y con toda probabilidad en contadas ocasiones, si acaso alguna vez, vuelven a consultarlos en los años posteriores. En consecuencia, al considerar el estudio del latín, debemos comenzar por proponer la siguiente pregunta. Qué provecho puede obtener el alumno ordinario de las clases de latín dictadas en las escuelas y colegios. El primer impulso de los que hemos recibido la instrucción tradicional será quizás una exclamación aconujada. Cómo. Echar a un lado todo estudio de los clásicos. No se presentó así la cuestión del griego.
Entonces, si bien se abandonaba el griego, nos quedaba el latín; pero ahora si prescindimos del latín ven226 dría el fin del estudio de los clásicos. Esta gran consideración influirá sobremanera en la decisión que haya de tomarse; muchos que protestarían de buena gana en contra del griego o del latín, no se decidirían en contra del griego y del latín. Quizá haya mucho de ilusorio en esta manera de apreciar las cosas; en todo caso hay mucho en ello de tradicional. De ordinario se da valor duplo al estudio de los clásicos: el valor práctico y otro que podría llamarse estético. Se nos dice que es necesario el estudio del latín porque gran número de palabras inglesas tienen origen latino, porque el conocimiento del latín ayuda a escribir buen inglés, y otras razones por el estilo. Esto es lo que podemos considerar utilidad práctica. Luego se ha decretado que la esencia de la antigüedad, el genio y el arte de los grandes autores sólo puede apreciarse en el idioma en que lo expresaron. Es fuente de deleite exquisito y durable. dice el doctor Eliot. tener la mente impregnada de la expresión melodiosa de pensamientos elevados y bellas imágenes. Ahora bien, cuando se protesta extrañado de abandonar el estudio de los clásicos, se piensa más en el lado estético que en el lado práctico del asunto. Consideremos aquél en primer lugar.
El punto de vista tradicional en el hombre que se rebela a la proposición de abandonar ambos idiomas, el griego y el latín, esto es, del hombre que en el caso actual retrocede ante el abandono del segundo, consiste principalmente en el apareamiento del griego y del latín, respetado desde tiempo inmemorial. Esta Charles Eliot, Presidente de la Universidad Harvard por más de cuarenta años. del 227 Este documento es propiedad đe la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.