manos. digo felizmente, porque para mí tengo que más de una vez en la vida habré de recordarlo con cariño y bendecir la hora en que tuve la fortuna de leerlo. quién si no a él debo el estar en este momento dando principio a mi «Diario. mi libro de impresiones, que desde luego queda bautizado con tan sugestivo título Vida adentro y que, segura estoy de ello, me ha de proporcionar ratos de verdadero placer?
Apenas he leído unas cuantas páginas y he sentido la necesidad de realizar un proyecto que desde hace años bulle en mi cerebro; he sentido la necesidad de escribir. Yo creo que todos guardamos dentro de nosotros un tesoro de impresiones, todo un libro, que con un poco de paciencia podría materializarse y convertirse en algo muy querido que nos hiciera compañía en los ratos de ocio, en un amigo, un confidente en quien depositar nuestras penas y alegrías con la tranquilizadora certeza de que contamos con su discreción. Pues qué, no hay tantos momentos en la vida, que por lo dulces quisiéramos retener indefinidamente, y que no nos resignamos a ver desvanecerse al igual que el humo de los cigarrillos que va ensanchando cada vez más sus espirales y esfumándose tenuemente hasta desaparecer. Por qué, pues, no tratar de inmortalizar, digámoslo así, con tamaña palabra, las expansiones del alma, traduciéndolas de la mejor manera posible, y así coleccionar en un cuaderno una serie de impresiones, como se coleccionan los retratos de las personas queridas, paisajes del suelo patrio, cromos, poesías que nos han conmovido, que sin ser producciones 190 nuestras están acordes con nuestro modo de pensar, como si su autor hubiera cambiado impresiones con nosotros antes de darlas a luz? así como es tan satisfactorio volver a visitar los lugares testigos de nuestra ventura, y se busca con cariño el árbol, la casita, el río asociados a nuestra felicidad, para soñar al conjuro de su presencia, así también nuestro cuadernito de impresiones íntimas sacado de su escondrijo cuando pasadas las faenas del día nos entregamos al reposo, para dar rienda suelta al «yo. al alma de nuestro ser. como gnomo de los cuentos de hadas nos trasporta a los vergeles donde floreció nuestra dicha y nos regala con su aroma.
Por mi parte sé decir que ya he tenido ocasión de experimentar lo dicho: Estando al finalizar la época de los estudios, y bajo la impresión, o mejor dicho la serie de impresiones tan distintas que marcaron con sello indeleble mi salida del Colegio, mis condiscípulas y yo convinimos en formar cada cual un cuaderno para recoger en él la frase de despedida, esa flor de cariño, obsequio mutuo, cuyo perfume condensaba nuestras mejores ansias, nuestros más vivos anhelos por la felicidad de la compañera que después de once años, con pequeños intervalos, de girar en nuestra órbita, de agitarse en nuestro mismo ambiente, iba a lanzarse a la vida, mar inmenso cuyas olas arrojarían su barca talvez muy lejos, donde nunca volviera a cruzarse en nuestro camino. Han trascurrido diez años, durante los cuales el gran reloj de la existencia ha ido marcando, unas en pos de otras, horas de dicha y horas de duelo. Cuántas cosas han pasado! Seres queridos que han desaparecido y otros que han llegado buscan191 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.