Nsuntos de Colombia Dos artículos de NIETO CABALLERO traidos a Eos por un suscritor colombiano liberal. En escrito muy culto, un colaborador de «La Sociedad. que firma nos hizo ayer la observación de que estamos atacando al señor Suárez sobre suposiciones de lo que irá a acontecer durante su gobierno, lo cual no le parece ni lógico ni justo ni jurídico. agrega que si nosotros no gustamos del despotismo del clero, cuando al clero le da por ser despótico, y tememos a lo avasallador de su influencia bajo la presidencia de dicho ciudadano, es porque estamos «en esa época de la vida en que se odia apasionadamente. Por lo visto, muy poco nos conoce el escritor que ha querido refutarnos. No sabemos cuál época de la vida es la más propicia para la siembra de odios, pero estimamos que si alguna relación debiera guardar tan funesta pasión con la edad del individuo, sería en la juventud en donde menos podría echar raíces, admitido como está por todo el mundo que los impulsos generosos, la simpatía por la vida, que se traduce en entusiasmo y en benevolencia, en amplitud y en es178 fuerzos, siempre están más cerca de la aurora que de las tardes tristes del crepúsculo.
Pero aun cuando así no fuera, en nuestra juventud no ha podido prender la maleza de esas pasiones de enfermo. Encontramos mucha luz en la existencia parair a buscar las tinieblas del rencor, y creemos mucho en la bondad para detenernos por un instante siquiera a cultivar el odio. Mayores males le causa, a quien sufre de ella, semejante pasión, que a quien es objeto del salpique de hiel. Para qué emplear las fuerzas en lo que empieza por minar la vida. Que lo hagan los descontentos! Nosotros no nacimos con la menor afición por el suicidio.
No odiamos a los sacerdotes. Quién no tiene, en las lejanías de su alma, un pórtico de Iglesia, iluminada en el fondo de un villorrio sobre el cual cae la nieve. Así dice Barrés. Con las modificaciones de lugar. quién no ha guardado, en las profundidades del corazón, el recuerdo de un templo, en el cual, ante la fe sencilla de los primeros años, oficiaba un hombre bueno, que desde las alturas del púlpito, en día festivo, decía después palabras nobles y consoladoras?
Muy lejos pueden haberse ido luego las creencias, pero el sentimiento poético que en el alma dejaron no cede ante la verdad de la vida sino en los perversos o en los desdichados. El sacerdote que admiraron los ojos del niño sigue siendo algo ideal, respetable, digno de cariño, en la mente del hombre. Nada logra borrar las primeras impresiones, que allá en el cerebro formaron canales, por los cuales corre la fecunda savia de toda aspiración hacia lo eterno y hacia lo incognoscible.
179 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.