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aventura amorosa, sin apercibirse casi del cambio de su orientación, sintiendo bien que el gran asunto es el matrimonio, el único que les importa verdaderamente.
Una muchacha, profundamente sensible a las miserias sociales, emprende estudios de medicina con la intención de crear más tarde una casa de maternidad; es inteligente y se dedica a sus estudios con pasión; pero de repente aparece el amor; su novio es especialista en botánica; entonces ella abandona la medicina para dedicarse a esta rama; luego se casa, y por la fuerza de las circunstancias, pronto madre, deja sus estudios, y no se vuelve a ocupar nunca del plan de organización social que podría regenerar a la humanidad. pasa lo mismo en todas las empresas comenzadas por mujeres. Se lanzan sinceramente, con el mayor entusiasmo, pero con poca reflexión; van al azar y se dejan dirigir más por las influencias exteriores que por el propio raciocinio. Les falta entusiasmo por las ideas y, sépanlo o no, trabajan como de paso «mientras tanto. en la obra de ciencia, arte o filantropia que tienen entre manos. Por esto las obras femeninas carecen generalmente de vigor, de profundidad, de largo alcance.
Algunas veces, las mujeres no se dan cuenta sino vagamente de lo que les pasa; pero ¿quién no ha conocido muchachas que deliberadamente falsifican sus gustos, en la lucha por trasformar en marido al camarada, al amigo encontrado un día? Si a él le gusta el teatro, a ella le gusta también; si a él le agrada la afectación de languidez, toma ella actitudes de debilidad; si a él le gusta el tipo despierto, ella se hace más viva, más inquieta, más emprendedora que él; si 172 forma él parte de un círculo filosófico o de una secta religiosa, la veréis pronto a ella más papista que su Papa.
Generalmente el hombre se deja influir, pero ¡cuidado con el despertar! Debe decirse, en elogio de las mujeres, que entre aquellas que se han casado de este modo, las hay tan sutiles e inteligentes, que saben conservar su dominio sobre el hombre y cegarle, hasta el punto de que él no note la reintegración interna que en ellas se opera. Pero este no es el caso siempre; hay mujeres que no pueden mantenerse hasta el fin en el desempeño de su papel. Un amigo me ha contado esto: Una mujer que había hecho con su marido propaganda socialista durante muchos años, le echo afuera, un día de mal humor y de exasperación, todo el rencor que abrigaba a causa de su anulación intelectual, gritándole con rabia. Tus ideas. Me importan un pito! Nunca he comprendido ni una palabra. Otras, y esto es todavía más lamentable, aceptan las ideas de sus maridos, sin violencia, sin interés, únicamente por sentimentalidad. Conocí muy de cerca a una anciana que me decía casi alabándose. Soy materialista; pero si mi marido hubiera sido católico o protestante, yo me habría convertido en católica o protestante. Muchas mujeres, en la conquista del marido, se asocian con su pasión, contra su razón y contra LA RAZÓN. Alcanzan éxitos a menudo, pero la idea de éstos, me estremece. el amor no sería más que el instinto. el hombre no sería más que la bestia!
Se ha dicho a propósito de Tartarín de Alfonso Daudet, que úno no es vendido sino por los suyos; 173 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.