Elías Jiménez Rojas

REFLEXIONES SOBRE LA EDUCACIÓN DE LA MUJER (Continúa)
III ria, ni aceptado con más resolución tan dolorosos sacrificios. Semejante conducta honra a todos sus habitantes, y en particular a Langlet, alcalde de Reims, a sus dos tenientes de alcalde, MM. de Bruignac y Charbonneaux, al Dr. Harman, a monseñor Lucon, el cardenal arzobispo, para quien Lenoir, diputado y presidente del Libre Pensamiento remense, ha sido el primero en pedir la cruz de la Legión de honor. La incansable abnegación de estos verdaderos patriotas, su intima unión ante el peligro, no obstante la diversidad de sus convicciones y de sus orígenes, han logrado, hasta la fecha, sostener todos los ánimos, y resistir a la ira ciega de un enemigo obligado a retroceder, y cuyo furor se explica por la angustia de la cercana derrota.
Boletin de la Cámara de Comercio de Paris, Junio 1917.
por Todo plan económico (sistema de contribuciones, etc. que no tienda por encima de todo al mejoramiento moral de la sociedad, peca por la base. Esta es la razón capital de nuestro anti estatismo y la causa primera del HORROR que nos infunden los impuestos directos sobre la renta y sus semejantes. Ya veremos multiplicarse la corrupción de los funcionarios públicos, rebajarse la entereza de los individuos y desalentarse a la clase mejor de la República. la clase de los hombres laboriosos, previsores y económicos. ELÍAS JIMÉNEZ ROJAS 166 Lo que falta a la mujer es un ideal de vida personal; no se considera como un fin en sí misma; se le ha dicho tánto que debe hacer la dicha de su marido y de sus hijos, que se ha reducido al papel de medio. En ello está comprometida toda su dignidad de sér humano y es evidente que en estas condiciones raramente es capaz de desempeñar el papel que se le designa. Hacer la dicha de su marido. Preguntad a los maridos más dichosos, a los más razonables y conciliadores en su hogar, qué reprochan a sus mujeres?
Nada, dirán, porque son buenos e inteligentes; pero se lamentan de no poderlas asociar a sus pensamientos más vitales; sufren de no poderles hablar francamente y de corazón, por temor de herir o despertar una sensibilidad y una mentalidad que de todo se abaten y ensombrecen.
En los hogares más unidos, los celos están latentes, prontos a convertir una paz hecha de concesiones y restricciones, en un infierno de sufrimientos mortificantes. Los celos! He aquí la plaga de la vida social mo167 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.