ves en cuanto a nuestros productos exportables, en cuanto al crédito y en cuanto al comercio exterior.
Para que los acontecimientos no nos sorprendan, y utilizar en su máxima virtud nuestros propios recursos, es menester que desarrollemos la solidaridad económica y la concentración financiera, y que las relaciones entre banqueros y capitalistas y el trabajo nacional, se rijan por fórmulas equitativas, que no perjudiquen a ninguno de los factores de nuestra economía, en beneficio de intereses individuales.
Pero, sobre todo, hay que esforzarse con resolución entera por devolver la confianza al capital, ventilando nuestros asuntos políticos internos con la mayor cordura, atentos a las inspiraciones del más recto patriotismo y en mira de mantener fuerte la cohesión y la fraternidad de la familia salvadoreña, en evitación de que seamos objeto de planes proditorios o de explotaciones inicuas, que nos reducirían a la miseria, si no dominamos los instintos egoístas que siempre han prevalecido en nuestra política.
Hay que confiar en que nuestra potencialidad económica no puede menguar sólo porque suframos un pasajero desequilibrio monetario, y que al volver la confianza al capital, podremos contar con elementos suficientes para afirmar la progresión ascendente de nuestra producción agrícola, base de la prosperidad de El Salvador.
Agradezco a usted que me haya dado ocasión de poder referirme a esos tópicos de importancia nacional; y, con muestras de distinguida consideración, soy de usted afmo, apreciador y amigo, MELENDEZ 124 pendiente resbaladiza de una teoría exagerada, excelente en el fondo, condujo a los legatarios de Jefferson a servir de instrumentos de los señores feudales del Sur. Tal es la labor del absolutismo, que no es más que la exageración de un principio, aun en materia de libertad. La expansión indefinida es tan funesta como la concentración indefinida. El movimiento permanente, tan perjudicial como la quietud permanente. Un poco de expansión y un poco de concentración, un poco de movimiento y un poco de reposo įno es ésta la ley de salud, para los individuos?
Pues ¿por qué no ha de serlo también para las naciones?
Toca a los hombres de pensamiento, y sólo a esos hombres, porque la tarea es muy ardua; toca a ellos digo, determinar en cada caso, hasta dónde debe llevarse la expansión y en dónde debe comenzar la concentración; por cuánto tiempo debe durar el movimiento y en qué época debe principiar la quietud. Por eso cuando esa especie de hombres no se halla a la cabeza de las evoluciones de los pueblos, se realiza la profunda fábula de Faetón, y el caos no tarda en aparecer.
RAFAEL NÚÑEZ suele ser justa y fatal gravitación; pero expatriarse, como él, con el pensamiento y la memoria dando cara a la tierra, más dulce cuanto más lejana, y con el sueño de la vuelta, presidiendo a los anhelos de asimilación y de cultura que un día traerán cómo pagar a la patria natural el precio de la ausencia. Quedar 125 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.