como lo exprese en Lyon, más vigoroso el Derecho, aparecerían los intereses más ampliamente garantizados, y por consiguiente, tendrían más respetabilidad ante todos, los principios que constituyen la conquista más brillante de la Humanidad.
Si han sido muy grandes los males que la terrible guerra ha producido, debe reconocerse que ella ha hecho ver al mundo entero y acaso también a la misma Francia una Francia mejor y más hermosa que la que conocíamos y admirábamos.
Al llamamiento de la patria en peligro, se han visto brillar todas las llamas a menudo ignoradas que ardían en el fondo de vuestros corazones. Se han comunicado mutuamente su luz y su calor, haciendo que su fuerza latente entre en acción, y por su dulce y poderoso influjo hemos visto la incomparable unidad de pensamiento y sentimientos con que soldados, sabios, estadistas y obreros y hasta vuestras mujeres en los hogares, en el campo y en la fábrica, valientes y animadas por el espíritu de sacrificio, han dado al mundo el ejemplo, muy raro, del valor más hermoso: aquel, según la frase famosa, que constituye la mejor de las elocuencias, ia elocuencia del carácter.
La América entera ha sentido esta impresión, y hasta vuestros propios adversarios han tenido que inclinarse ante esas cualidades.
Esperad, pues, el resultado de la lucha con la mayor confianza, pues el Derecho combate por vosotros, como vosotros combatis por el Derecho.
El Derecho, en efecto, os hace por todas partes la 88 más útil propaganda, pues muestra que estáis inspirados por aquella lealtad celebrada por Grotio en el úl: timo capítulo de su inmortal «De Jure Belli ac Pacis. Sólo por ella, dice, puede conservarse la paz entre los hombres. Si este tesoro se pierde, ella y solo ella podrá recuperarlo. América ha reconocido la marca de esta virtud personal y cívica en vuestros hechos, y con ello habéis conquistado más ampliamente la simpatía que ya habíais ganado, gracias a la influencia de la cultura francesa sobre el espíritu de la América Latina. Esta sana influencia no se ha ejercido solamente en el orden literario, sino también en el terreno científico y, de manera especial, en el de nuestras concepciones jurídicas, como de una manera magistral lo ha expuesto en su hermosa y substancial conferencia de Lyon, durante la «Semana sudamericana. el sabio decano de vuestra Facultad de Derecho de París, Larnaude. vosotros, señores miembros del «Comité para la defensa del Derecho Internacional. que bajo la presidencia de un hombre eminente reune los Profesores de Derecho Internacional de todas las Universidades de Francia, a vosotros, se dirige la expresión de mi agradecimiento muy sincero por el gran honor que me habéis otorgado hoy.
Aplaudo calurosamente vuestros esfuerzos que obedecen a la inspiración de dos sentimientos sagrados: el amor a la Patria y el amor a la noble ciencia que enseñáis. Este Comité, creado durante la guerra, debe continuar sus labores aun después de que ella termine.
89 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.