rio conservador de Nicaragua. Esta idea parece emanada de un cerebro delirante. Las Cancillerías la tomarán en serio por cortesía; el pueblo no puede prohijarla. Si se insistiera en invitar a Panamá a formar parte de la Patria centroamericana que todos anhelamos, el proyecto de la unión podría considerarse muerto para siempre. se podría decir que era Chamorro quien lo había matado de un balazo en la frente.
Diario de El Salvador Los jesuitas y la guerra En su afán de allegarse fuerzas sociales, Alemania ha dado el primer paso de reconciliación con los jesuitas. Es una medida política de la que los gobernantes del Imperio se prometen, de seguro, grandes resultados. El prestigio de la Orden en el Vaticano y su notorio ascendiente sobre el Papa, no han sido extraños a la derogación de la ley que prohibía a los jesuitas establecerse en comunidad en Alemania. En estas horas criticas, en que lo mejor del mundo civilizado, se pronuncia abiertamente contra el militarismo prusiano, el Gobierno de Berlin presiente toda la trascendencia moral que tendria la voz del Santo Padre si se sumase al coro de las reprobaciones. Ver en aquel gesto político, que abre a la Compañia de Jesús las puertas del Imperio, un alarde de tolerancia, seria pueril.
Se sigue con la Santa Sede el mismo criterio que se siguió con Wilson; procurar, ya que no sea posible su adhesión a la causa de los Imperios centrales, que Benedicto XV se mantenga a distancia del conflicto. Caerá el Pontifice en el armadijo? No es probable. Están cometiendo los alemanes demasiados horrores para que la conciencia del jefe de la Cristiandad no acabe por sublevarse.
Hasta ahora, la actitud del Santo Padre ha sido moderada. Si hay alguna potencia que se ha conservado equidistante de los beligerantes, esa potencia es el Vaticano; tremendo error que la Historia hará expiar al Papa con toda severidad, por haber subordinado la doctrina de Cristo a desdeñables preocupaciones temporales. Cuando se ha asistido en silencio a la violación del territorio belga y al bombardeo de Lovaina y Reims; cuando se es testigo impasible de las deportaciones en masa y de la voladura de ciudades indefensas, puede un gobernante envanecerse de su neutralidad; pero se pierde el derecho de representar a Cristo en la tierra. Pero quién nos dice que la conciencia del Santo Padre, turbada por los remordimientos, no se halle en vísperas de una rectificación? Los sintomas de una mudanza de actitud empiezan a hacerse visibles. Aunque sin la obligada dureza, Benedicto XV ha protestado del bombardeo de ciudades abiertas, y su queja de las deportaciones belgas, demasiado discreta sin duda, ha repercutido en Berlin. Anunciaron esas manifestaciones una actitud más resuelta del Vaticano? Eso es lo que teme el Gobierno alemán, y para prevenir la condenación que pudiere formular la Santa Sede de sus bárbaros métodos de guerra, se procura en la gratitud posible de los jesuitas un aliado eventual contra un nuevo y formidable peligro.
Porque demos de barato que el Santo Padre, más paciente hasta ahora que Wilson, se decide al fin a declarar que la responsabilidad de la guerra es de Alemania y que su militarismo frenético merece la execración del mundo. Qué ocurrirla. Cómo aceptarían los católicos ese gesto del Pontifice. Se atreverían a disentir del jefe de la Cristiandad? Por lo demás, yo no creo que los jesuitas se presten a ser complices de la Wilhemstrasse. Son demasiado cautos para aventurarlo todo a una carta que, según todas las probalidades, no parece ser la carta que ha de ganar. Oportunistas, siempre aprovechan las circunstancias de reconquistar lo perdido en el Imperio, sin comprometerse a nada. La ley que les prohibia residir colectivamente en Alemania data de los tiempos de la Kulturkamo, y por abolirla ha venido trabajando con ahinco 54 55 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.