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formación de verdaderos maestros de instrucción popular. Los preceptores de escuelas se reclutan entre personas de toda broza, y el Estado sólo les asigna cortísimos sueldos, insuficientes para vivir, y así, sólo la miseria absoluta fuerza a seguir tal carrera cuando no existe nada más productivo en qué ocuparse; de lo que se sigue: que son muy raros los institutores por propia vocación; en cambio, y por ende, abundan los maestros ignorantes e incapaces de instruir a nadie, cuyo puesto con justicia podría ser la banca escolar al lado de los niños que tratan de enseñar.
Para el desarrollo de estas nacionalidades estacionarias y a fin de librarlas de la absorción de que están amenazadas por otras razas, precisa la instrucción práctica de la juventud, y se impone la necesidad de una radical reforma en calidad y cantidad.
En el concepto moderno, pueblo que no se civiliza desaparece; la instrucción y la educación no sólo hacen surgir el progreso en todos sentidos, sino también contribuyen a la felicidad de los asociados, por cuanto les enseñan sus deberes y derechos y morigeran y pulen las costumbres. En nuestros países especialmente, la instrucción mermaría la brutalidad, el alcoholismo y todos los factores que forman la onda delictuosa que a diario llena las cárceles y presidios.
Dice el notable colombiano Sr. Ancízar. Cuanto indio, negro, mulato y zambo, bien sea artesano de las ciudades o jornalero de los campos, ha aprendido a leer y escribir, ya no ha querido trabajar, sino vivir de los destinos públicos; y el que menos, piensa en ser general o presidente de la República. Esto mismo sucede con cuanto joven tiene la desgracia de que sus padres lo envíen a educarse en las universidades, pues no otra cosa podemos decir del que sólo aspira a vivir de los destinos en países donde no se obtienen éstos ni por la educación, ni por el talento, ni por carreras profesionales. Este infeliz criterio, común también en Venezuela, priva al campo y en general a la industria de estas repúblicas del esfuerzo inteligente: cuando el analfabeto deja de serlo prescinde en absoluto del honroso trabajo material en los múltiples campos de la producción de riqueza, y se une a la turba de los desarraigados que afluyen a los centros, donde la continua aspiración a colocarse en los empleos los constituye en los peores enemigos de la prosperidad general. Lo que en países de origen sajón suma prestigios a un nombre, o sea el ejercicio de la agricultura y la residencia en el campo, se considera desdorante en Venezuela y en Colombia; y ¿cómo no? si ser campesino es la mayor infelicidad en estos países donde en tiempo de paz o de guerra los propietarios los jornaleros son tratados como enemigos públicos o por lo menos como miserables ilotas, pues que aceptán voluntariamente el dolor del trabajo para que haya patria para los desarraigados. La falta de método que preside la instrucción de la juventud es también un mal en la mayor parte de los países de origen español, pues la ilustración, que podría convertirse en efectivo progreso aplicada al adelanto científico y material, por el desorden como se adquiere o por estrabismo moral conduce a la producción de una literatura baladí e inútil, que aun siendo muy buena hoy por hoy, huelga en estas incipientes nacio42 43 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.