Es obvio que cada yarda cuadrada de su puerto, así como las playas de los Estados que la rodean, están al alcance de la artillería moderna que se coloque en cualquier punto de la Bahía. Mas específicamente, las costas de El Salvador y Honduras los principales Puertos de esos países, La Unión y Amapala, estarían al alcance de tiro de la propuesta base naval de los Estados Unidos en Punta Cosigüina, y, viceversa, nuestra base naval estaría dentro del alcance de cañones colocados en las Islas Meanguera o Tigre, pertenecientes a El Salvador y Honduras, respectivamente. El establecimiento de semejante base es, naturalmente, motivo de precupación para esos dos países. Inglaterra en 1911 objeto el establecimiento por Alemania de una base naval en Agadir, de Marruecos, aunque tal base no amenazaba a Inglaterra sino al estrecho de Gibraltar a doscientas millas de distancia, y hubiera ido hasta la guerra para evitarlo. Claramente en nuestro caso la situación es tal que demanda cooperación amistosa entre todas las partes interesadas, más bien que aferrarse a una posesión de derechos. lo que es de mayor importancia por las condiciones del Tratado de Paz y Amistad celebrado en Washington el 20 de diciembre de 1907, bajo nuestros auspicios y registrado en nuestro libro de Relaciones Exteriores de ese año la República de Honduras fué colocada en un estado de neutralidad en el cual no puede legalmente cometer ni sufrir ningún acto hostil. Privada de su poder de hacer la guerra, está obligada a confiar en la garantía de sus vecinos de que ellos respetarán su soberanía y se re28 sistirán a su violación. No estamos nosotros, que convocamos la Conferencia, obligados a oir su querella?
Aunque no exista duda de que el establecimiento de una base naval estadounidense en las costas de Nicaragua sobre la bahía de Fonseca, no sólo sería salvaguarda del Canal de Panamá y sus aguas adyacentes, sino que aseguraria en mayor escala la paz, integridad y desarrollo comercial de Honduras y de los Estados vecinos, no es sino justo que al establecerlo nos hagamos parte de un Convenio general y obremos en armonía con todos los países interesados. Ocasiones para protesta, demandas, y amenazas de guerra no hubieran surgido si los Estados Unidos hubieran considerado esta importante situación centroamericana desde el punto de vista del interés conjunto en los derechos que se deseaban.
En el Tratado, los Estados Unidos negocian con Nicaragua y solamente con Nicaragua, como si esta República tuviese pleno derecho de tratar y resolver por sí misma los asuntos en cuestión.
Es cierto que el Senado adoptó una resolución que acompaña al Tratado, a efecto de que, según él, los derechos de El Salvador, Honduras y Costa Rica no se afecten; pero ¿no es este un asunto que lo han de resolver esos mismos Estados? Su protesta ante la Corte de Justicia y la sentencia de la Corte en su favor, forman una respuesta tan poderosa, que el apoyo de sólo Nicaragua, manifestado por un Presidente protegido en su capital por marinos de los Estados Unidos, puede dar poca esperanza a los amigos que la paz y la equidad tienen en los Estados Unidos. Así 29 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.