pública de Costa Rica demandó a la de Nicaragua ante la Corte de Justicia Centroamericana, fundando su demanda en que Nicaragua no había respetado los derechos de Costa Rica al celebrar y ratificar el Tratado con los Estados Unidos. La Corte, por una votación de cuatro contra uno. Nicaragua disintió falló a favor de Costa Rica. La sentencia fué serena y cayó en todo sentido dentro de los propósitos para que la Corte fue creada, es decir para la terminación y arreglo pacífico de las controversias entre las cinco Naciones que pudieran conducir a la guerra, y esa sentencia obliga a todas las partes contratantes. Sin embargo, Nicaragua rehusa aceptarla. Recientemente una sentencia semejante se ha pronunciado en favor de El Salvador, esta vez con respecto a la base naval en la Bahía de Fonseca, e igualmente sin ningún efecto. La Corte está ahora amenazada en su existencia por estos Estados, fundándose en que su autoridad ha sido menospreciada y su prestigio menoscabado; una guerra que envolverá cuando menos a cuatro de los Estados parece inminente. Más sensible que todo es la actitud desafiante de Nicaragua, con sus tres millones de dólares por delante y su manifiesta confianza en el apoyo de este Gobierno, como lo evidencian nuestros barcos de guerra en su puerto y nuestros marinos en su capital, y tiene una grave intranquilizadora significación para aquellos que siguen, con esperanza incierta, las relaciones de los Estados Unidos hacia nuestros más pequeños y más.
cercanos vecinos latino americanos.
Que uno de esos Estados es más valioso para nosotros que los demás; que, internacionalmente hablan26 do, Nicaragua es más importante que todos los otros Estados Centroamericanos juntos, pudiera por algunos presentarse en defensa de nuestros tratos con ella sola. El canal de Nicaragua indudablemente se construirá alguna vez, y por los Estados Unidos.
Pero la esencia de la materia es esta: Nicaragua, cualesquiera que sean sus propias ideas sobre el asunto, no puede por sí sola vender el derecho exclusivo a construir un canal que incluya un lago y un río cuyas aguas corren en parte a través del territorio costarricense, y esta ultima República tiene intereses definidos y al menos igual soberanía; y Nicaragua comete un grave error, no sostenido por el Dereho Internacional, al contratar con una Nación extranjera, sin el consentimiento de sus vecinos, para el establecimiento, aun dentro de su propio territorio, de una base naval que domine el territorio de sus vecinos y las aguas controladas conjuntamente por ella misma y por ellos.
La Bahía de Fonseca es una gran entrada natural en la costa, diez y ocho millas de fondo por treinta de ancho, con una boca angosta guardada por dos volcanes que distan 14 millas uno de otro. De estos, el Conchagua, al norte, está en El Salvador y el Cosigüina, al sur, en Nicaragua, mientras que Honduras, con su isla volcánica, El Tigre, es dueña de la mayor parte de la costa hacia el Este. Las tres Naciones, cada una poseyendo casi una tercera parte de la línea de la costa, mantienen la soberanía de sus aguas. La bahía en sí es magnífica, y su poseedor tiene la llave del poder naval en el Sur del Océano Pacífico y del Canal.
27 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.