ban como una presa. En las columnas de ese diario seguramente desfilarán entonando himnos al contrato Quirós Keith y a la Armour de Chicago, desfilarán quizá agraviándome, todos los escritores que la poderosa empresa pueda mover contra mí, al mismo tiempo que en la esfera de la sugestión privada, lidiarán contra el bien patrio que defiendo, todos los particulares intereses ligados a la esperanza de que, en efecto, prospere en la Cámara la amenazante negociación. Pero yo no cejaré, señores Diputados; no lograrán desviarme de mi deber, o hacerme flaquear en mi función de representante de la comunidad, por modestas que sean mis capacidades. El señor Diputado Leiva grita. Qué diga el señor Astuia quienes son las personas ligadas por intereses. Para complacer al señor Diputado Leiva, me bastará decirle, por si lo ignora, que a fin de enervar la colaboración que a mi intento pudieran prestar los grandes terratenientes en el ramo de ganadería, se ha obtenido opciones de varios de ellos. con plazo al último día del año, pactándose precios halagadores; me bastará afirmarle que el rico propietario don Julio Sánchez firmó un contrato de esta naturaleza; me bastará observarle que contra las razones fundamentales de los que aquí representamos la resistencia al contrato, no se oponen argumentos, sino recomenda ciones de ciega confianza en el señor Keith y su costarricensismo, odas al enorme poder del capital americano. Pensad, señores Diputados, a propósito de estas opciones señaladas por los escritores de La Información y por los señores Urcuyo y Cerda, como síntoma elocuente de los beneficios atribuídos a la dicha empresa, en cuanto su mera perspectiva parece elevar el valor de la tierra, que en esas promesas de comprar, que sólo valen por ahora lo que el papel sellado, el timbre y la intervención notarial, nada bueno para la República hay envuelto, pues supuesta la mejor suerte para los finqueros así comprometidos, que sería la realización efectiva del traspaso a la Empresa Americana, lo que se habría consumado sería un mal enorme, radical, pues quedaría entonces en poder de colonizadores de una misma procedencia, después de la Zona Atlántica, la Zona del Pacífico; después de Limón, Guanacaste: lo mejor de nuestro suelo cultivado o laborable.
Pensad, señores Diputados, que sería enorme inconsecuencia que después de haber prohibido los monopolios en la República, instituyendo gravísimas penas para el costarricense, en la Ley de de Julio de 1915, autorizáramos nosotros mismos un enorme monopolio en favor de una empresa Norte Americana; pensad que obraríamos contra la lógica, contra la justicia, contra nuestros deberes, contra el sentido común, concediendo a una empresa americana ingentes exenciones, especiales preeminencias para que explote lo nuestro, cuando lo natural, lo que nos impone nuestra condición de Diputados, después de imponérnosio nuestra conciencia de hijos de esta tierra, es que le otorguemos eso al trabajador costarricense a fin de ayudarlo así y alentarlo así a desenvolver sus propias iniciativas.
En los conceptos emitidos por mí acerca del valor político económico del contrato Quirós Keith, conceptos aplicables a cualquier otro de parecido objeto o 18 19 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizanolidel Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.