habida bajo Augusto, Vespasiano y Tito, enervada por la molicie y el lujo; resurgió por el cultivo de las virtudes individuales y políticas bajo el gobierno de los Antoninos, y finalmente, ebria otra vez de sensualidad y de cesarismo, se postró en la agonía del Bajo Imperio, ocaso de aquella gran nación que llenó el mundo con sus proezas y monopolizó el brillo y el poder de todos los pueblos de la tierra. Vedlo si no, en nuestra corta y modesta historia: los ilustres patricios que fundaron la República y los que en pos de ellos surgieron a la vida, Juan Mora Fernández, Braulio Carrillo, Francisco Morazán, José María Alfaro, José María Castro, Juan Rafael Mora, José María Cañas, Joaquín Calvo, Jesús Jiménez, se inmortalizaron en nuestros fastos, cuando aún vivíamos nuestra vida modesta, pero propia, limpia, elevada, viril; cuando aún no nos habíamos encadenado con la deuda extranjera que hoy nos ahoga; cuando aún no había ni luz eléctrica, ni ferrocarril. Ahora nuestras noches se iluminan como el día, pero le debemos esa luz al extranjero; hoy no viajamos en la carreta que era nuestra, sino en el ferrocarril que debemos, pero a cada grito de la locomotora altiva, responden las sacudidas de los grillos que para adquirirla nos pusimos.
Se nos objetará que al proclamar la conservación del suelo y de nuestras fuentes de industria, para procurar la independencia económica del país y con ella su efectiva independencia política, retrocedo a viejas edades y enuncio la teoría bárbara del aislamiento?
Vosotros me habéis oído decir que yo no rechazo la colaboración extranjera, sino la empresa privilegiada; que yo distingo entre la colonización mixta, que establece saludable competencia y es como un baluarte para la soberanía nacional, y la colonización unilateral, de una misma procedencia, que implica el monopolio en los negocios y una amenaza en lo político; que yo no censuro la coparticipación del extranjero en nuestra propiedad inmueble, sino la enajenación que por excesiva o imprudente puede resolverse mañana en predominio contrario a nuestra autonomía; lo que yo he enunciado y sostengo es que tener Patria libre, ser ciudadano de un país sui juris, vale más que el bienestar material proveniente de la venta de nuestro suelo y sus riquezas; lo que yo os digo es que aun en la hipótesis de que el contrato Quirós Keith fuera un buen négccio en su valor financiero, lo cual sería un error afirnar; que aunque nos reportara abundante oro, estamos en el deber de rechazarlo, si como me parece evidente, nos arrebata en mucha parte el dominio de nuestra propia economía y nos para el porvenir: la cadena es cadena, aunque sus eslabones sea de oro.
Se ha tratado de sugerir en una hoja impresa, de circulación refiente, que la resistencia que yo mantengo, obedec a un sentimiento de inquina contra Mr. Minor Coper Keith. Eso no es verdad, señores Diputados: janás he tenido choque alguno con ese poderoso empresario, que me diese motivo para desestimarlo o combatirlo; hace más de doce años que no le veo siquera, y a vosotros os consta que cuando ha poco una ptición presentada a esta Cámara para que se le decretise una estatua, le puso en serio peligro de recibir una inmerecida lesión a su delicadeza, yo amenaza 15 14 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.