torio, dió cimiento a la nación, transformando la peregrina y aventurera horda en una colectividad agrícola, al mismo tiempo que ponía en la mente y el corazón este sentimiento de patria que canta en la paz el himno del trabajo, del amor y la solidaridad y que ruge como mil tormentas a la hora del peligro. Es que la tierra es el asiento de todo en la labor y el destino humanos: tal como el roble hinca sus raíces en ella para erguirse y mantenerse contra el viento, por modo igual se agarran al suelo los grupos que llamamos pueblos para sostenerse en las vicisitudes del tiempo, mientras van haciendo la jornada de la civilización. cada uno tiene una porción del planeta que lo sustenta, que le da cementerio para sus muertos, que localiza su historia, que le ofrece aire, luz y esperanza para el porvenir. Es que la tierra es el centro de gravedad de nuestra economía, y el problema agrario, la cuestión primera de la vida civil y del régimen internacional.
Por eso ha dicho Rousseau. Se puede estimar un cuerpo político de dos maneras: por la extensión del territorio y por el número de sus habitantes, y entre una y otra de estas dos apreciaciones hay una relación conveniente para atribuir al Estado su verdadero tamaño. Los hombres son los que forman el Estado y el terreno es lo que mantiene a los hombres. Sea, pues, bendita la Patria; sea sagrado el solar en que se asienta; sean, pues, combatidos todos los planes, todos los intentos que directa o indirectamente tiendan a su menoscabo o pérdida; júntese a la resistencia mía, la eficaz resistencia de todos vosotros, Señores Diputados, para evitar que Costa Rica siga entregando sus montes, sus praderas y sus minas al señorío extranjero, porque los dueños de eso, serán mañana los dueños del país; porque perdiendo eso, seremos dominados; porque sin eso, no tendremos en verdad patria: los esclavos carecen de ella.
Tengo establecida y demostrada esta otra tesis: que la entrega imprudente y excesiva de nuestra propiedad raíz y de nuestras posibilidades industriales a empresas extranjeras que se nos sobreponen, que nos oprimen en virtud de los mismos privilegios que les otorgamos, desnacionaliza el territorio costarricense, al mismo tiempo que desnacionaliza y nos arrebata nuestras propias riquezas, convirtiéndonos en espectadores del ajeno festín, en asalariados de los que se enriquecen con lo nuestro, en verdaderos parias, y trasladando al extranjero el centro de alimentación y de régimen de nuestra existencia, pues ¿cómo podría ponerse en duda que quien manda en lo económico, manda en todo lo demás, en virtud de una ley de mecánica social, y que el señor de la riqueza de un territorio, muy pronto es el señor de la comunidad?
No lo dudéis señores Diputados. La dación de nuestro suelo, la entrega de nuestra explotación actual y de nuestra explotación posible a empresas extranjeras, son malas siempre; pero si esas empresas tienen una misma procedencia, son un suicidio; y cada uno de los hombres que en tal obra de ruina haya tomado o tome parte, habrá de ser juzgado, no lo dudéis, señores Diputados, con severidad de fuego.
Los pueblos que hizo surgir del coloniaje la espada redentora de Bolívar, están obligados a un nuevo 7 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.