EOS 341 340 EOS del género humano el saludable poderío de sus avisos, en la edad cabalmente que es más susceptible de impresiones durables; sería quitar al poeta una inagotable mina de imágenes y de colores. lo que digo de la historia, me parece que debemos aplicarlo a todos los otros ramos del saber. Se impone de este modo al entendimiento la necesidad de largos, es verdad, pero agradables estudios. Porque nada hace más desabrida la enseñanza que las abstracciones, y nada la hace fácil y amena, sino el proceder que amoblando la memoria ejercita al mismo tiempo el entendimiento y exalta la imaginación. El raciocinio debe engendrar el teorema; los ejemplos graban profundamente las lecciones. pudiera yo, señores, dejar de aludir, aunque de paso, en esta rápida reseña, a la más hechicera de las vocaciones literarias, al aroma de la literatura, al capitel corintio, por decirlo así, de la sociedad culta. Pudiera sobre todo dejar de aludir a la excitación instantánea, que ha hecho aparecer sobre nuestro horizonte esa constelación de jóvenes ingenios que cultivan con tanto ardor la poesía? Lo diré con ingenuidad: hay incorrección en sus versos; hay cosas que una razón castigada y severa condena. Pero la corrección es la obra del estudio y de los años; quién pudo esperarla de los que en un momento de exaltación poética y patriótica a un tiempo, se lanzaron a esa nueva arena, resueltos a probar que en las almas chilenas arde también aquel fuego divino, de que por una preocupación injusta se las había creído privadas?
Muestras brillantes, y no limitadas al sexo que entre nosotros ha cultivado hasta ahora casi exclusivamente las letras, la habían refutado ya. Ellos la han desmentido de nuevo. Yo no sé si una predisposición parcial hacia los ensayos de las inteligencias juveniles extravia mi juicio. Digo lo que siento: hallo en esas obras destellos incontestables del verdadero talento, y aun con relación a algunas de ellas, pudiera decir, del verdadero genio poético. Hallo en algunas de esas obras una imaginación original y rica, expresiones felizmente atrevidas, y lo que parece que sólo pudo dar un largo ejercicio) una versificación armoniosa y fluida, que busca de propósito las dificultades para luchar con ellas y sale airosa de esta arriesgada prueba. La Universidad, alentando a nuestros jóvenes poetas, les dirá tal vez. Si queréis que vuestro nombre no quede encarcelado entre la Cordillera de los Andes y la Mar del Sur, recinto demasiado estrecho para las aspiraciones generosas del talento; si queréis que os lea la posteridad, haced buenos estudios, principiando por el de la lengua nativa. Haced más: tratad asuntos dignos de vuestra Patria y de la posteridad. Dejad los tonos muelles de la lira de Anacreonte y de Safo: la poesía del siglo xix tiene una misión más alta. Que los grandes intereses de la humanidad os inspiren.
Palpite en vuestras obras el sentimiento moral. Digase cada uno de vosotros al tomar la pluma: Sacerdote de las Musas, canto para las almas inocentes y puras: Musarum sacerdos, Virginibus puerisque canto. ¿Y cuántos temas grandiosos no os presenta ya vuestra joven República? Celebrad sus grandes dias; tejed guirnaldas a sus héroes; consagrad la mortaja de los mártires de la Patria. La Universidad recordará al Horacio.
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